Proverbios 10:4

La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece.

La gran mayoría de las cosas que hacemos tienen como fin hacer riquezas materiales. Cuando somos niños se nos dice que debemos ir a la escuela para llegar a ser alguien, o para que cuando hayamos terminado los estudios, y alcanzado un título o una profesión, tengamos un buen trabajo donde ganemos muy bien. De jóvenes se nos dice que debemos trabajar para ayudar con los gastos de la casa y ahorrar para llegar a tener cosas que realmente valgan la pena. Vemos la vida de muchos adultos esclavizados por el trabajo, porque de otro modo no podrían suplir los gastos del hogar o pagar sus deudas.

Es verdad que el dinero es útil para todo, pero vivir solamente para tener dinero es una forma de no vivir de verdad. Los ricos no pueden andar libremente en la calle, ni pueden dejar solas sus casas y sus posesiones. Las riquezas materiales, si bien causan comodidad, no necesariamente producen satisfacción. ¿Cuánto es «mucho»? ¿Cuánto es demasiado? El que tiene, siempre quiere más.

Querer algo no es malo, anhelar condiciones de vida más cómodas es, creo, un deseo de todos, aunque no sea el deseo más importante. Pero es necesario considerar el esfuerzo que implica hacer realidad ese deseo. Existen muchas formas de lograr alcanzar lo que sea que nos propongamos, pero vamos a descartar las formas inadecuadas e incorrectas, es decir, aquellas que sean ilegales o que impliquen dañar a otras personas.

En esta ocasión meditemos en un pasaje que nos revela una clave para tener riquezas. La primera parte del pasaje en Proverbios 10:4 declara que «la mano negligente empobrece». Esta declaración nos hace ver que el hecho de que fuecemos ricos o pobres no depende de factores externos, de casualidades o de magia, sino que está relacionado a lo que hacemos. La mano negligente es la mano del que hace las cosas descuidadamene, sin esmero, con torpeza, lentitud o desánimo. No se trata solamente de lo que hacemos con las manos literalmente, sino con cualquier parte de nuestro cuerpo; por ejemplo: con nuestros pies al bailar, con nuestra inteligencia al resolver un ejercicio de matemática, con nuestra memoria al retener y repetir rápidamente direcciones y números telefónicos, etc.

La negligencia es descuido, irresponsabilidad, desatención, falta de esmero. Actuar con negligencia asegura la ruina, deudas, conflictos, desconfianza. Un negligente gastará todo lo que tiene antes de detenerse a hacer cuentas y limitar los gastos, teniendo después que pedir prestado. Un negligente descuidará sus estudios por cosas menos importantes y después tendrá que invertir sus vacaciones en estudios de reforzamiento. Un negligente postergará todo para después, y después no ajusta con el tiempo, quedando mal con todos. El negligente sale desprevenido olvidando llevar cosas realmente útiles y necesarias. Ser negligente sale caro, consume demasiados recursos materiales, por eso el proverbista hace notar que quienes son negligentes tarde o temprano terminan en pobreza.

Lo opuesto entonces es lo que afirma la segunda parte del pasaje: mas la mano del diligente enriquece. La mano diligente produce riquezas.