Filipenses 4:8

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Pensar es un ejercicio de la mente. El ser humano piensa todo el tiempo y es una actividad que puede hacer mientras hace otras; como caminar, darse un baño, hacer los oficios del hogar, incluso mientras conversa con otras personas. La acción de pensar implica hacer uso de la memoria para recordar momentos del pasado, meditar en algunas palabras que oímos o dijimos, e incluso, tomar decisiones.

Generalmente actuamos conforme a nuestros pensamientos, porque nuestros pensamientos determinan lo que creemos, tomando en cuenta que no podríamos creer en algo en lo que antes no hayamos pensado. Si veo el cielo gris y siento que el viento sopla con frescura, pensaré que no es un buen día para ir a la playa, y decidiré no hacerlo. Si intento revisar mi correo electrónico y descubro que no hay conexión a Internet, recordaré que olvidé pagar la factura y haré planes para ir a pagarla lo más pronto posible. En la mente surgen todos estos pensamientos que se presentan en forma de recuerdos, decisiones, suposiciones, reflexiones, meditaciones, etc. Se trata de cosas que nos pasan por la mente y no las estamos diciendo. Se vería extraño que alguien hable todo el tiempo diciendo lo que está pensando.

No tenemos que decir todo lo que pensamos, pero sí tenemos que pensar todo lo que decimos.

Nuestras acciones tienen consecuencias; no es mi intensión parecer extremista, pero es un hecho que todo lo que hacemos, e incluso lo que no hacemos, tiene sus consecuencias. Lo que sí enfatizo es que, fundamentalmente, ello depende de lo que estemos pensando. De ahí la importancia que tiene administrar bien nuestros pensamientos. Voy a presentar el pasaje de hoy de forma estructurada como una lista de las cosas que el escritor de la carta a los Filipenses considera que deben ser las cosas en las que ellos deben pensar:

«Por lo demás, hermanos,

  1. todo lo que es verdadero,
  2. todo lo honesto,
  3. todo lo justo,
  4. todo lo puro,
  5. todo lo amable,
  6. todo lo que es de buen nombre;
  • si hay virtud alguna,
  • si algo digno de alabanza,

en esto pensad.»

Esta lista enumera seis cosas en las que debemos pensar, las cuales deben tener dos características: que tengan alguna virtud o que sean dignas de alabanza. Una virtud es una cualidad que produce un efecto agradable, útil, necesario. Algo digno de alabanza es algo que merece reconocimiento, agradecimiento, mención honorífica, algo que se destaca, que es especial.

Pensar en lo que es verdadero implica tener cierto nivel de certeza sobre ello. Será necesario que voluntariamente decidamos no pensar en aquello que sabemos que es mentira, porque ¿qué provecho tiene gastar nuestros pensamientos en algo que sabemos que no es verdad? Ocurre muchas veces que desperdiciamos mucho tiempo pensando en mentiras. Una de ellas es «no puedo»; Dios nos ha dotado de todas las cualidades y capacidades para ser vencedores. Somos seres inteligentes y con muchas habilidades. Pensar que no podremos alcanzar nuestras metas es gastarnos pensando en una mentira. Otra mentira puede ser «no me quieren»: a menos que seamos seres despreciables, generalmente recibimos afecto y estima de las personas a nuestro alrededor, pero el día en que no lo recibamos no significa que ya no nos quieren. No podemos medir el amor de las personas hacia nosotros por las cosas que nos den o el tiempo que pasen con nosotros. Debemos entender que el amor va más allá de las cosas materiales y que lo más importante es saber corresponder al amor que recibimos.

Pensar en todo lo honesto requiere entender lo que «honesto» significa. La honestidad es un valor del ser humano que evidencia su integridad en la práctica de la verdad y la justicia. Las personas honestas no roban, no cometen fraudes, no dicen mentiras, pagan lo que deben. Conociendo la definición de honesto, nuestras acciones deben de llevar ese componente. Por tanto, en nuestras reflexiones debemos considerar tomar decisiones que cumplan con este principio.

Pensar en todo lo justo es reconocer la justicia de las cosas. Por ende, podremos notar que hay muchas injusticias, es inevitable, pero de forma comprometida, debemos procurar que nuestras acciones sean justas. Para ello debemos pensar en lo justo. Ante un dilema, para encontrar una solución debemos aplicar el principio de la justicia. La justicia es la rectitud, la imparcialidad, el equilibrio, son todas aquellas acciones que conlleva la retribución adecuada conforme al esfuerzo de cada uno. Aún cuando no hayan sido justos con nosotros, nosotros debemos ser justos con todos, de otro modo, nosotros también seríamos injustos.

Pensar en todo lo puro es quitar toda alteración o contaminación en las cosas. Muchas veces meditamos en chismes que hemos oído, sabiendo que los chismes no son 100% ciertos. Un chisme pasa por un proceso de contaminación increíble que sólo reconocemos cuando vamos al origen del asunto. Hay otras cosas que contaminan los hechos y los pensamientos, son por ejemplo los sentimientos. Si a un pensamiento se le añade odio, envidia o rencor, tendremos un pensamiento contaminado, impuro. Incluso si el sentimiento o emoción que se le añada al pensamiento es positivo. Podría resultar que minimicemos la falta de alguien sólo porque le apreciamos. Debemos entonces hacer un esfuerzo por pensar de forma consciente, basados en los hechos de forma pura, sin alteraciones sobre las cosas, de modo que nuestra reflexión sea sin contaminación.

Pensar en todo lo amable es añadir el ingrediente perfecto a todos nuestros pensamientos: el amor. También es voluntariamente descartar el odio. Puede considerarse también el meditar en aquellas cosas o personas que manifiestan el amor en sus acciones. O bien, identificar la carencia de amor en algunas personas justamente por la forma en que actúan, considerando la forma en que podemos ayudarles a suplir esa carencia. Hay que meditar en cómo nuestras acciones puedan demostrar amor. Algo amable es algo que puede ser amado. Decimos que una persona es amable cuando trata con respeto y cortesía, y lo que indica es que una persona que respeta y es cortés es fácil de amar, es alguien que se puede apreciar por la forma en cómo actúa y trata a los demás.

Pensar en todo lo que es de buen nombre requiere el ejercicio de reconocer los mérito de algo o alguien. Tener un buen nombre es gozar de buena fama. Hay cosas que con sólo mencionar su marca podemos decir si es algo de calidad o no. El buen nombre es la buena conducta y el reconocimiento de un actuar intachable, que produce confianza y respeto, al punto de ser una persona creíble. La Biblia enseña que nuestro sí debe ser sí y nuestro no debe ser no. Es decir, que debemos tener una palabra respetable, honrar nuestros compromisos, decir siempre la verdad. Debemos evitar acciones que parezcan buenas, pero que en realidad sean malas, así como acciones que parezcan malas y que creamos que son buenas.

Administremos bien nuestros pensamientos. Lo que estemos pensando ahora es lo que seguramente terminaremos haciendo, así que aseguremos un comportamiento cada vez mejor por medio de hacer un mejor uso de nuestros pensamientos. Meditar en lo que pensamos nos ayudará a descubrir muchas debilidades que tenemos y luego de ello empezaremos a superarlas. También podremos reconocer lo increíblemente hábiles y creativos que somos, ya que Dios nos ha dotado de muchos dones y talentos. Generalmente invertimos mucho tiempo pensando en otras personas, y descuidamos la reflexión sobre nosotros mismos, nuestros actos, las palabras que dijimos. Pero meditar en lo que estamos pensando nos ayudará a administrar mejor nuestros pensamientos, descartando lo que sea inservible y ordenando mejor las ideas.

Los seis filtros que recomienda la Palabra de Dios, junto con los dos ingredientes mencionados: que tenga alguna virtud y que sea digno de alabanza o reconocimiento, limpiaran nuestra mente de todo pensamiento ocioso y mal intencionado, y consecuencia de esa limpieza notaremos cambios en nuestra actitud que causarán un efecto positivo alrededor nuestro. Usa estos filtros siempre, y tanto tus palabras como tus actos harán de ti una persona cada vez mejor. ¡Hagámoslo! ¡Experimentémoslo! Cambiemos nuestra manera de pensar y cambiará nuestra manera de vivir.