Santiago 1:27
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.
El tema de la religión es polémico. En el mundo hay muchas religiones, pero se pueden dividir en dos grupos, los monoteístas y los politeístas. Los monoteístas tienen un único dios y los politeístas tienen muchos dioses. Entre los monoteístas el más grande grupo es el que identifica a un Dios supremo, creador de todas las cosas, sobrenatural, omnipresente, omnisciente y omnipotente. Muchas religiones que adoran a Dios, mantienen doctrinas y prácticas distintas. Incluso, de tanto en tanto, surgen nuevas denominaciones, que son grupos de personas que hace ciertos cambios a su doctrina y a sus liturgias, que al no ser aceptadas por otros, terminan dividiéndose.
La razón de que hayan tantas denominaciones en el mundo se debe a que existen muchas formas de interpretar la Biblia. Las interpretaciones varían según el contexto, las experiencias y la genuina intensión del intérprete de apegarse a la voluntad de Dios. Alguna vez escuché que es necesario que estas distintas denominaciones existan; es como la enseñanza del Señor Jesucristo acerca de la gran red, que es echada al mar y recoge una gran cantidad de peces, pero que al sacarla, separan los peces según su especie en distintos canastos. Debido a que somos todos distintos, es necesario que nos identifiquemos con un grupo de creyentes con quienes, estando todos de acuerdo, adoremos y sirvamos a Dios de la forma en que creemos y aceptamos que debe hacerse.
No todas las denominaciones son verdaderas, algunas son sectas, pero no me compete a mi juzgar estas cosas. Sólo destaco que como seres pensantes podemos saber claramente si un grupo denominacional está genuinamente apegado a las enseñanzas de la Palabra de Dios. Muchas personas se dejan engañar por corrientes falsas simplemente porque no leen la Biblia. Dios es celoso y no admite adoración a otro que no sea Él. Dejó por medio de Su Palabra enseñanzas claras acerca de la convivencia entre los creyentes. Toda enseñanza contraria a la Palabra de Dios es una falsa doctrina.
Pero aún hasta de eso tuvo cuidado Dios; de dejarnos claro cuál es la verdadera religión. El versículo 27 del capítulo 1 en la carta del apóstol Santiago da los pormenores de lo que una verdadera religión practica y enseña; cuidar de los huérfanos y viudas, y evitar hacer lo malo. Los huérfanos y las viudas representan las personas que viven en limitaciones, necesidades y pobreza; son personas que viven solas, que han perdido todo, los niños son indefensos ante las crueldades del mundo, y al quedar huérfanos, no tienen quien los cuide, les provea de lo que necesitan y les enseñen lo que deben saber. Las viudas, en el contexto de la historia sagrada, son mujeres ancianas cuyos maridos han fallecido, que están solas sin el cuidado de sus hijos, desamparadas.
Con este versículo aprendemos entonces que hay una religión que Dios aprueba, no se trata de una denominación, sino del grupo de creyentes que hace buenas obras sirviendo a las personas necesitadas. La caridad debe ser una práctica del creyente. Ayudar a las personas en sus necesidades más básicas, como el alimento, la vestimenta, el calzado, pero también el afecto, es parte de la responsabilidad de todo creyente. No se trata de hacer las buenas obras para ser salvos, porque las obras no salvan, sino que nuestras buenas obras son un testimonio al mundo de que nuestro corazón desea hacer la voluntad de Dios, siendo movidos a misericordia hacia las personas menos favorecidas.
No existe ser humano tan pobre que no tenga algo para dar, ni tan rico que no necesite de algo. Ayudar a otros con pureza es evitar hacer las buenas obras con una segunda intensión detrás, como sacar provecho de ello para engañar, malversar fondos o extorsionar. La pureza al ayudar a otros es la clara decisión de porqué hacemos las cosas, la determinación de obrar con generosidad sin esperar que se nos reconozca este acto, se nos aplauda y se nos recompense por ello. Aunque tenemos el agradecimiento de los que son beneficiados, no esperamos que ellos luego nos den a nosotros. Las buenas obras no se hacen sólo porque nos sobre dinero, sino porque genuinamente queremos ayudar a otros.
Pero este verso tiene un segundo componente. El apóstol Santiago explica que la verdadera religión también requiere que nos guardemos sin mancha del mundo. Aclaro que no se trata de viajar a otro planeta, o de vivir encerrados en casa. En la Biblia, la palabra «mundo» se puede usar para distintos significados. El mundo puede ser el planeta, creado por Dios, el cual contiene toda la naturaleza y al ser humano para que lo habite y gobierne. El mundo también son las personas que existen; las generaciones que viven, cuando decimos que el evangelio deberá ser predicado a todo el mundo nos referimos a todas las personas vivas. Pero el mundo además representa la raza humana caída por el pecado a causa de la desobediencia, las cosas que el ser humano hace y que no agradan a Dios, la contaminación del pecado. Sobre esto último es que habla el apóstol Santiago.
Guardarse sin mancha del mundo es procurar una vida sin pecado. Es evitar la práctica de cosas que desagradan a Dios. Es guardar los mandamientos de Dios, escritos en Su Palabra. En ese sentido, hacer buenas obras no es suficiente. Si estas buenas obras no van acompañadas de la disposición de evitar el pecado en nuestra vida, no vivimos una verdadera religión.
No te engañes a ti mismo justificando una vida desordenada y pretendiendo que las buenas obras que hagas son suficientes para contar con la aprobación de Dios. Sin duda, tus buenas obras tienen su recompensa de parte de Dios, pero ello no significa que vivas la verdadera religión que a Él le agrada.
Muchas personas dan de lo mucho que les sobra, se sienten bien cuando hacen obras de caridad, pero sus vidas son un completo desastre, carentes de amor propio y de aceptación de parte de los suyos. Esto tiene sus raíces en la falta de Dios. La ausencia de Dios en la vida de alguien hace que todo esté incompleto. Por el contrario, la presencia y soberanía de Dios en nuestras vidas dará la plenitud y satisfacción que ninguna cosa puede dar, y nos llevará a vivir en esa verdadera religión que Dios espera que vivamos.
Espero que para ti, que lees estos devocionales, sea importante hacer la voluntad de Dios. Deseo que leas estas reflexiones para también tú reflexionar, sin estar buscando algo para criticar. No me jacto de ser dueña de la verdad, sólo expreso mi punto de vista. Tampoco espero que estés totalmente de acuerdo conmigo, pero si de algo pueden servirte estos consejos, de eso me alegro; eso me satisface. Si estos temas te hacen meditar y llegar a tus propias conclusiones, habré cumplido mi objetivo. Dios se encargará de hacer el resto.
Vive haciendo buenas obras, todos las necesitamos, pero más aquellos que no tienen nada. Y a esta vida de servicio y caridad añádele la voluntad de evitar hacer lo malo. ¡Se puede!