Marcos 9:35

Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

En una ocasión los discípulos del Señor Jesucristo discutían entre sí quién de ellos era el mayor, el principal, el primero, el más importante. El Señor Jesucristo, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos». Con esta respuesta, el Maestro les enseña que la mayor grandeza es el servicio. Una persona alcanza a ser el primero y más importante entre los suyos conforme al servicio que brinda.

Ser útiles a otros es lo que nos hace verdaderamente importantes, porque hacemos un bien y suplimos una necesidad que otros tienen; pero del mismo modo, otros atienden nuestras necesidades. Servir a otros nunca es una posición de humillación o vergüenza, sino todo lo contrario.

El Señor Jesucristo también le dio ejemplo a sus discípulos en el servicio. Él les dijo que no había venido a ser servido, sino a servir. Él les lavó los pies. Él les repartió alimento. Incluso, él se dió a sí mismo por amor a la humanidad, sirviendo de tiempo completo, sanando a otros, haciendo siempre el bien, llegando al punto de dar su propia vida, sacrificio por el cual tenemos redención de nuestros pecados.

El servicio es la cualidad que más importa. Alguien que sólo piensa en sí mismo y no sirve a otros, jamás valora el esfuerzo de los demás, tiene en poco a las personas que hacer trabajos como limpiar, lavar, cuidar. Cuando hacemos acepción de personas en relación a su posición social, solemos discriminar a las personas que recogen la basura, las que limpian en los lugares públicos, incluso a los que atienden en los centros de servicio y ventas en general. Pero son justamente esas personas las que hacen que tengamos los servicios que necesitamos y que hacen que nuestro entorno sea sano y limpio. Si nadie recoge la basura, ésta se acumularía causando pestes y mal olor. Si nadie atiende en un puesto de venta no podríamos comprar lo que estamos necesitando. Si nadie lava la ropa, llegaría un punto en el que no tendríamos qué ponernos. Cada forma de servicio debe ser reconocida y valorada, además de bien remunerada.

Todos podemos servir en algo, colaborando en cosas que son necesarias y útiles por más sencillas que parezcan. Cuando todos nos servimos unos a otros hay armonía y unidad. Servir a otros demuestra nuestra verdadera grandeza. Si lo que yo se no sirve a nadie, lo que se no sirve. Si con mi fuerza, mis habilidades o mis recursos no ayudo a nadie, nada de lo que tengo sirve. Acumular riquezas nunca ha hecho que la gente sea útil, a menos que use esas riquezas para servir a otros.

En esta temporada navideña mucha gente se afana por lo que va a comer o vestir, y por lo que va a regalar a personas que probablemente ni lo van a agradecer, especialmente si tienen de todo. Pero compartir alimento y ropa con personas que no tienen muchos recursos es una forma de servicio que causa gran satisfacción. Esta satisfacción es la mejor recompensa.

Te invito a compartir con otros siempre que puedas, especialmente con los que casi no tienen nada. Esta generación en la que vivimos alimenta una mentalidad de materialismo en la que solo se puede ser feliz si se tienen cosas, pero la verdadera felicidad, la verdadera plenitud del ser humano es servir. Es un misterio muy grande, pero es así.

La grandeza de muchos poderosos es dada por su fama o sus riquezas, por el cargo que tienen, pero con facilidad se rodean de aduladores mentirosos que buscan sólo sus propios intereses. Cuando servimos genuinamente a otros en sus necesidades con nuestras habilidades y recursos, nos rodeamos de gente agradecida e inspiramos a otros a hacer lo mismo.

Jamás olvidaré que todos mis logros los pude alcanzar porque han habido personas que me han servido, con sus recursos, con sus palabras, con sus cuidados, con su paciencia. Eso me hace estar en deuda y espero reconocer todas las oportunidades para dar de lo que he recibido, de lo que tengo, de lo que soy.

Cuando descubrimos lo importante que es servir, nuestra forma de ver las cosas cambia; somos más sensibles a las necesidades de otros, somos más productivos, valoramos más lo que otros hacen por nosotros. Si evitamos servir, por el contrario, esperando ser servidos, trataremos a los demás como esclavos, estaremos siempre inconformes, no agradeceríamos por nada, seríamos despreciables.

He oído esta frase y estoy de acuerdo con ella: «el que no vive para servir, no sirve para vivir». Servir es la mejor forma de vivir. Estoy segura que todos somos útiles para algo, encontrar en qué somos útiles hará que nuestro servicio sea efectivo. Por ejemplo, usar un cepillo de dientes para peinar el cabello es posible, pero jamás será igual que con un cepillo para cabello. Descubre en qué eres bueno y usa esa habilidad para servir a otros. De repente notarás que vives más satisfecho contigo mismo.

Con menos egoísmo el mundo será un mejor lugar para vivir, y eso se logra sirviendo. Para esta temporada, todas las veces que te reúnas con la familia y con los amigos, identifica oportunidades para servir. Disfruta mientras lo haces y hazlo con la mejor actitud, las personas notan cuando hacemos las cosas de mala gana, así que fingir no servirá de nada.

Ayudar a otros y servirles nos conecta con la gente, con lo que hacemos, con lo que celebramos. El servicio hace que construyamos puentes de comunicación, abre la puerta de la reconciliación, destruye los muros del egoísmo.

Espero que disfrutes una muy buena temporada con la familia y los amigos, sirviéndoles de todo corazón. Atesorarás recuerdos muy bellos en las formas más sencillas de servicio y también en las más difíciles, fortaleciendo los lazos de amor y amistad. La vida es cada momento, serás más feliz entre tanto que más te esfuerces por hacer a otros felices, sirviéndoles con humildad y buena actitud.

¡Que pases hoy una noche buena
en estas vísperas de Navidad,
sirviendo en lo que puedas a los que te rodean,
con gozo, alegría y humildad!