1ra Tesalonicenses 5:18
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
Decir «gracias» es parte de la enseñanza que recibimos desde niños en la relación con otras personas, cuando recibimos algo, cuando se nos hace un favor, cuando nos dan pasada, en diversas circunstancias. Es una palabra muy usada, incluso, para ser irónicos o sarcásticos; diciéndola cuando no hemos recibido ningún beneficio, para resaltar la falta de cortesía de otra persona. Usamos esta palabra luego de recibir un cumplido, cuando somos atendidos en algún puesto de servicios, o cuando nos dan información que necesitamos.
Sin embargo, las exageraciones en el uso de esta palabra han hecho que en muchos casos carezca de valor. Así como muchas personas se quedan esperando al menos un «gracias», otros esperan algo más. Decir «gracias» a veces no es suficiente. Es entonces cuando hay que dar gracias.
El pasaje de hoy en 1ra Tesalonicenses 5:18 dice: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». El apóstol Pablo escribe a los miembros de una comunidad cristiana en la ciudad de Tesalónica, dando instrucciones de cómo deben vivir su vida de creyentes, explicando el comportamiento que deben tener a fin de agradar a Dios y dar a conocer por medio de esa diferencia de comportamiento que viven conforme a la voluntad de Dios. Incluso, literalmente el verso para la reflexión de hoy indica que es la voluntad de Dios que demos gracias en todo.
Nótese que el apóstol invita a dar gracias, y esto va más allá de decir gracias. Para dar gracias de forma genuina hay que estar verdaderamente agradecidos. Esto sólo se logra cuando valoramos lo que otros hacen por nosotros. Es necesario, entonces, que vivamos una vida consciente, tomando en cuenta todas las cosas que pasan a nuestro alrededor, reconociendo los beneficios que recibimos de otras personas, que nos facilitan de alguna manera las cosas o que nos enseñan algo.
Es fundamental, para poder cumplir con esta voluntad de Dios, que podamos notar y admitir todos los beneficios que recibimos: alguien nos asiste en nuestros trabajos, alguien prepara nuestros alimentos, alguien colabora para nuestros proyectos, si tiene persona que trabajan para usted, aún cuando reciben un salario, debe agradecerles, pues de otro modo usted tendría que hacer lo que ellos hacen. El hecho de vivir en comunidad hace que interactuemos de muchas formas, y la gran mayoría de interacciones conllevan algún beneficio, saber reconocer eso nos permitirá ser agradecidos.
Dar gracias no es más solamente decir gracias. Cuando estamos agradecidos con alguien por algo que recibimos, generalmente tenemos el impulso de ser recíprocos; porque de alguna manera nos sentimos en deuda, o porque en verdad queremos agradecer tal beneficio. De esto último se trata. Ser agradecidos es ser conscientes de todos los beneficios que recibimos y estar preparados para retribuirlos de alguna manera; es decir, implica una acción, la cual, llegado el momento haremos, no para pagar por lo recibido, sino para mostrar nuestro agradecimiento.
Hay cosas que no se pueden recompensar de modo que sean iguales. Uno podría dar un pastel a alguien que le regaló un pastel, pero eso en realidad no es agradable. Parece más como una devolución, que un agradecimiento. Pero ¿de qué manera puedes agradecer a un donador de sangre o de algún órgano? Hay muchas cosas que no tienen precio, y lo que nos queda es procurar aprender a valorar de verdad los beneficios que recibimos y vivir agradecidos realizando acciones que demuestren dicho agradecimiento.
El Señor Jesucristo dio Su vida por nosotros, en su muerte fueron pagadas todas nuestras deudas. ¿Cómo podemos agradecer por ese sacrificio? ¿De qué forma podemos retribuir por el beneficio que nos da de una vida eterna, abundante y gloriosa? Nada podría equiparar lo que de Él recibimos, pero podemos ser agradecidos viviendo una vida que en verdad refleje este agradecimiento, con la plena consciencia de que nuestras acciones son una forma de darle gracias. Viviendo así, nuestro trato con los demás cambia, pues ya no vivimos para nosotros mismos, de forma egoísta, sino para agradecer a Dios por lo que Él hizo por medio de Su Hijo Jesucristo.
Es la voluntad de Dios que demos gracias, y dar significa otorgar o entregar a otros algo que es nuestro. Por simple lógica, a menos que seamos ladrones, no podemos dar lo que no es nuestro. Dar gracias de alguna manera viene a ser darnos a nosotros mismos, con nuestros recursos, palabras, acciones, etcétera.
La acción de gracias debe ser una práctica constante en la vida del ser humano. Además es una acción que debemos realizar no solamente con Dios, sino con todas las personas que nos hacen un bien, que procuran algún beneficio para nosotros. Generalmente nos quedamos con la idea de ser agradecidos con Dios, haciendo por menos a la enorme cantidad de personas a nuestro alrededor de quienes recibimos algo que nos favorece. No ser agradecidos revela descortesía, arrogancia y desobediencia a la voluntad de Dios. Conociendo Dios el resultado de una convivencia alimentada con genuino agradecimiento, inspiró al apóstol Pablo a escribir este versículo en su carta, a fin de que quienes dicen querer hacer Su voluntad, pongan en práctica esta forma de vida.
Obsérvese que el verso indica una acción de gratitud en función del tiempo y las circunstancias. Dar gracias en todo es conservar una actitud agradecida permanentemente, sin importar las circunstancias. Hay personas que cuando están enojadas, en crisis o desesperadas se olvidan de ser agradecidos; actúan con prepotencia y descuidan esta regla de convivencia. La voluntad de Dios es que permanezcamos en actitud de agradecimiento porque ello nos ayuda a reconocer que sin importar las circunstancias, de una u otra manera, todas las cosas nos ayudan a bien. Es muy profundo este misterio, pero es verdadero.
El apóstol invita que seamos agradecidos en todo momento, mas no por todas las cosas. Muchas personas confunden este verso, creyendo que debemos dar gracias por todas las cosas, incluso las malas. Ciertamente podemos dar gracias aún en medio de situaciones adversas, pero es irracional que vamos a dar gracias por pecar, porque seamos asaltados, porque nos lastimen. El verso no dice que demos gracias por todo, sino en todo. Cuando reconocemos que hemos pecado, damos gracias a quien se nos acerca para recordarnos que tenemos la oportunidad de arrepentirnos y volver a estar a cuentas con Dios; cuando somos asaltados, damos gracias a las personas que nos asistieron, a quienes Dios usa para que seamos rescatados y estemos aún vivos; cuando alguien nos lastima, damos gracias a las personas que nos alientan, cuyas acciones y palabras son la forma en que Dios nos restaura y luego de Su restauración, terminamos siendo más fuertes. Nuestras verdaderas acciones de gracias siempre irán más allá de las palabras.
Hagamos la voluntad de Dios, seamos agradecidos. Seguramente a partir de esta lectura podrás reconocer que muchas personas a tu alrededor hacen cosas que te benefician, incluso si las pensaron para tu mal. Es necesario que demos gracias, que vivamos agradecidos, que reconozcamos la gran cantidad de bendiciones, que, como dijo el rey David, no se pueden contar.