1ra Timoteo 6:10
… porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
De una u otra manera nos relacionamos con el dinero. Hoy en día toda clase de bienes y servicios se intercambian con dinero, y son muchas las personas que se afanan por conseguirlo. Pero el dinero no debe representar lo más importante en la vida; es solo un medio, un instrumento, un bien más.
Es necesario relacionarnos adecuadamente con el dinero. El verso de hoy en 1ra Timoteo 6:10 dice así: «… porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores». El dinero no puede ser el centro de nuestro mundo. Al dinero no se le debe amar, porque es un instrumento, un utensilio; y no un ser.
Cuando una persona ama el dinero, es esclava de éste. El Señor Jesucristo enseñó que «ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). Vivir para conseguir dinero anula generalmente otras preferencias. Muchas personas se privan de las amistades, la familia y la recreación, dedicando todo su tiempo en hacer riquezas. Incluso, son muchas las personas que no tienen tiempo para asistir a una iglesia o comunidad cristiana por causa de su trabajo.
La parte final de Eclesiastés 10:19 declara que el dinero sirve para todo. El dinero es útil. Es como una semilla; si la guardo podría echarse a perder, pero si la siembro me dará más frutos, que a su vez producirán más semillas. El dinero puede usarse para bien o para mal. El dinero no es malo, sino que hace lo que determina la persona que lo administra.
La Biblia enseña que es mejor lo poco con amor que la abundancia de riquezas con odio y amargura. Se nos recomienda vivir una vida de contentamiento, sin que esto anule los deseos de superación. Lo que se pretende es que cambiemos el enfoque, basando nuestra motivación en cosas más útiles, importantes y duraderas que el dinero.
Con dinero se puede comprar casi todo; pero lo que no se puede comprar con dinero es generalmente lo más importante. Integridad, amor, salud, tiempo, descanso, felicidad, confianza, paz, respeto y salvación son de las cosas más valiosas que el dinero no puede comprar.
Uno puede ganar mucho dinero en horas extras para darle a los hijos todo lo que se les antoje; la mejor ropa, la mejor comida, lo último en tecnología. Pero se estará perdiendo de verlos crecer, de aconsejarles, de jugar con ellos. Muchos alcanzan grandes cantidades de dinero ahorrado a cambio de una vida vacía, de soledad.
El día en que nos sorprenda la muerte, nada nos vamos a llevar. Los que queden vivos no van a meter nuestros ahorros en el ataúd.
Una buena relación con el dinero se consigue dándole el lugar que le corresponde, usarlo como un medio para vivir, y no como el centro de nuestra vida. Uno no se come la cuchara, pero la usa para comer.
No es tener dinero lo que causa satisfacción, sino lo que puedes hacer con él. Pero hay muchas cosas en la vida que no requieren de dinero para disfrutarlas; la lluvia, la madrugada, el amanecer, el frío o el calor, un abrazo, una sonrisa, etcétera. Vivir para hacer riquezas es ser esclavo del dinero.Vivir usando las riquezas para cosas útiles es hacer que el dinero trabaje para nosotros.
El dinero nunca será el que cause la verdadera felicidad; conozco gente con poco dinero que son verdaderamente felices, y gente con mucho dinero que son amargados. Sabiendo esto, entonces analicemos si de repente en nuestras prioridades estamos dándole al dinero un lugar que no le corresponde. Valoremos más lo que tenemos, en vez de lamentarnos por lo que aún no tenemos. Trabajemos con responsabilidad sin descuidar las relaciones más importantes. La vida es más valiosa que el dinero. Vivamos de verdad y entendamos que el dinero sólo será útil si lo usamos, si por medio de él hacemos buenas otras, si lo invertimos sabiamente. Usemos el dinero como herramienta, no como objeto de nuestro amor; más bien usemos el dinero con las personas que amamos, sin que sea el centro de nuestra existencia, y menos nuestra única motivación.
Haz que el dinero trabaje para ti y no tú para él. No lo ames, úsalo.