Filipenses 3:13-14
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Aún no somos perfectos, aún no hemos alcanzado todos nuestros sueños, aún no acaba nuestra existencia; todos tenemos metas, pero aún no las hemos cumplido todas. Si te identificas con esta afirmación, lo que sigue es para ti. Una de las cosas que podemos aprender en la Palabra del Señor es la forma de alcanzar nuestras metas. Se requiere valentía y esfuerzo, como le dijo Dios a Josué al comenzar su faena de conquistar la tierra prometida (Josué 1:8-9). Se requiere diligencia y buena actitud ante los obstáculos y adversidades, como lo hizo José siendo esclavo, y siendo prisionero (Génesis 39). Se requiere fe, determinación y voluntad. Pero lo más importante es que cuentes con el visto bueno de Dios para tus sueños, entonces cuando tus sueños están sincronizados con la perfecta voluntad de Dios, ambos hacen cada uno su parte, y el sueño se hará realidad.
Así como hay cosas que ayudan y favorecen a que alcancemos nuestras metas, también hay impedimentos, obstáculos, eventos inesperados que atrasan temporalmente la llegada a la meta. Consideremos uno de esos obstáculos: cargar con el pasado.
Hay mentes atrapadas en el pasado. Una vez leí esta frase: no dejes que tu pasado te haga sentir miserable en tu presente y arruine tu futuro. También leí esto: no vale la pena malgastar tu presente, recordando un pasado que no tiene futuro. El apóstol Pablo declara en su carta a los filipenses que su determinación a alcanzar su meta va juntamente en equipo con su ejercicio de dejar a un lado su pasado. El apóstol entiende que sentirse culpable por haber sido perseguidor de la Iglesia no tiene sentido, y menos cuando ahora se encuentra trabajando para edificar en la fe al cuerpo de Cristo. Pablo reconoce su falta, pero no pasa el resto de su vida castigándose por los errores del pasado, sino que avanza hacia la meta, en obediencia a la voluntad de Dios.
Hay muchas personas que no pueden disfrutar su presente por causa de su pasado, no porque en realidad el pasado pueda hacerles más daño, sino porque sencillamente no lo sueltan. Es como decir que nos duele el corte de una navaja, mientras nos seguimos cortando con ella. El pasado es el filo de la navaja, pero sólo corta si te acercas a él con el recuerdo, con la memoria de eventos hirientes.
Existen muchas historias tristes que puedes escuchar de todas las personas que viven alrededor de ti, hasta la persona más exitosa y feliz que conoces puede tener al menos una historia triste para contar. Pero podrás notar que los que son exitosos no viven recordando lo miserables que fueron; son capaces de disfrutar el ahora porque dejaron atrás su pasado. Esta es la clave, podemos proseguir hacia la meta si dejamos el pasado, si lo soltamos. Pablo dice: «olvidando lo que queda atrás», dando a entender que su motivación no es lo que vivió en el pasado, cualquier cosa que haya sido buena o mala, cualquier logro o fracaso, ahora son irrelevantes. En otras palabras, todo lo que hasta ahora él tiene o lo que ha vivido, posee mucho menos valor que lo que alcanzará al llegar a su meta.
Olvidar en este caso no es borrar de la memoria, sino evitar que la mente se concentre en los eventos del pasado. En alguna ocasión habrás realizado alguna diligencia en la cual olvidaras parte de lo que tenías que hacer, ese olvidar no es que se te salió de la memoria, como quien formatea un disco duro, sino un acto en el inconsciente de realizar otra cosa que fuera más apremiante o importante. En otro momento recordarás lo que debiste hacer y no hiciste. Quiere decir que esa información siempre estuvo en tu cerebro, pero no en tu memoria inmediata.
Olvidar lo que queda atrás es darle menos valor también. En ningún caso el pasado puede ser más importante que el futuro. Aún ya viviendo la vejez, y teniendo muchas más historias que contar, que ganas de vivir, tenemos futuro porque nos queda la eternidad.
Alcanzar una meta en la vida es como competir en una carrera de atletismo. El apóstol Pablo lo ve así, por eso nos recomienda en Hebreos 12:1 que nos «liberemos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante». Enumera tres cosas para avanzar hacia la meta: 1.- liberarnos de todo peso, 2.- liberarnos del pecado que nos asedia y 3,. corramos con paciencia. Cuando leemos rápido este versículo diríamos que debemos liberarnos de todo peso de pecado, y es verdad, el pecado pesa, pero nosotros no podemos quitarnos el pecado de encima, eso es algo que sólo Jesús puede hacer, y que ciertamente ya hizo. Por medio del arrepentimiento y de nuestra nueva relación con el Señor Jesús, hemos sido limpiados de nuestros pecados. Ya no andamos en pecado, por eso el apóstol Pablo menciona el pecado que nos asedia, no el que está en nosotros, sino alrededor de nosotros.
Leer sin detenernos en la «y» del versículo, hará que ignoremos por completo la primera parte, y como consecuencia, no veamos una de las razones por las que los cristianos muchas veces no alcanzan alguna meta de las que anhelan. Debemos liberarnos de todo peso, de toda maleta innecesarias. Usted no ve a ningún corredor competir mientras lleva un saco de arena encima, ni los ve correr con botas vaqueras. Generalmente los atletas usan ropa liviana y calzados adecuados para competir, incluso para entrenar. El pasado muchas veces es una maleta innecesaria que estorba en nuestro camino hacia la meta. Por eso lo debemos dejar atrás.
No es que el pasado sea malo en sí mismo, aunque muchos podrían decir que les resulta imposible sacar algo bueno de su pasado; el punto no es si el pasado es bueno o malo, sino que cuando el pasado es un peso en el presente, debes hacerlo a un lado, debes renunciar a él para poder avanzar hacia tu meta. En 1ra Tesalonicenses 5:21 dice: Examinadlo todo; retened lo bueno. Aplicando esto a la meditación de hoy, entonces hagamos el ejercicio siguiente: examinemos nuestro pasado, y retengamos de él solo lo bueno, lo demás debemos dejarlo atrás.
Cuando el pasado es una maleta de piedras, una mochila de basura, o unos zapatos con plataforma de lodo, debes quitar todo eso para poder avanzar. Usa tu pasado apropiadamente y no dejes que él te use a ti mismo para arruinar tu presente y tu futuro. Las cosas pueden empezar a cambiar desde hoy si decides dejar tu pasado atrás y enfocarte hacia la meta. Aún las victorias de tu pasado pueden ser un estorbo hoy para alcanzar una nueva victoria. Debes renunciar a tu pasado, para poder invertir tu presente en lo que quieres alcanzar para un futuro.
Vive hoy, dejando el ayer en su lugar.