Efesios 3:20-21

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Hoy damos gloria a Dios, porque Él es bueno, y para siempre es Su misericordia. Quiero animarte a orar, a agradecer, a creer, y a pedir. Quiero que recuerdes que para Dios no hay nada imposible, porque Él es Todopoderoso.

Si no crees, no oras, Si no oras, no recibes. Si quieres recibir, debes saber pedir, y para pedir, hay que creer. El verso a meditar hoy nos habla de una fe devocional, una fe expectante en al bondad y la grandeza de Dios. Me declaro afortunada, porque he visto esta palabra cumplirse en mi vida. De muchas maneras me ha sorprendido el Señor.

Veamos primeramente que Dios es poderoso. El que acomodó todas las cosas en su lugar, el que hizo los cielos y la tierra, y todo lo que hay allí, es el mismo que sopló aliento de vida al ser humano, y lo hizo a Su imagen y Semejanza, es quien levantó una nación para sí, santa, escogida, hallándola en el linaje de Abraham, es quien abrió el mar, quien detuvo el sol, el que hace milagros y maravillas; ¡este es nuestro Dios! No hay nada imposible para Él. ¿Hay algo que te parezca imposible? Puedes tener confianza, porque esta es la especialidad de Dios.

Dios es poderoso para las cosas sencillas como para las complicadas, es poderoso para los milagros de todos los días como para los milagros de de vez en cuando. Es poderoso para cambiar las cosas de la noche a la mañana, como para llevar por un desierto a Su pueblo por 40 años. Dios es poderoso.

Dios puede hacer todas las cosas, no hay algo que no puede hacer; pero todo lo que hace, lo hace con propósito. Dios hace maravillas que declaran Su grandeza y majestad. Dios no se mueve por el pecado, ni por la lástima. Dios no puede ser chantajeado ni obligado a hacer algo. Dios no es injusto. Dios no peca.

Todo lo que hace Dios es perfecto, y bueno. Todo lo que hace proviene de Su voluntad, la cual es agradable, es buena y es perfecta (Ro. 12:2). Y Él puede hacer todas las cosas de forma más abundante en comparación a lo que pedimos o entendemos. Considera la explicación del autor sagrado. La acción de Dios prosigue a dos acciones del ser humano; pedir y entender. El pedir viene del deseo o la necesidad, pero entender viene del intelecto, del pensamiento, de la racionalidad. Generalmente siempre estamos pidiendo; pedimos bendición, salud, protección, ayuda, provisión, etc. Y Dios siempre provee más de lo que pedimos.

Dios actúa más allá de nuestro entendimiento también. Nuestro limitado conocimiento de las cosas no detiene el poder de Dios. A Dios no lo limita la capacidad del ser humano para explicar o comprender un suceso. Entre las cosas más cuestionadas por la ciencia está la creación de todas las cosas en seis días, un diluvio que destruyera toda la vida en la tierra excepto a Noé y su familia, y lo que con él estaba, las 10 plagas en Egipto, el mar abierto en dos, que el sol se detenga, que el sol retroceda (en realidad fue la tierra la que se detuvo y la que retrocedió), que una virgen concibiera, que el Hijo de Dios se encarnara, la resurrección, por mencionar algunas. Jesús manifestó el poder de Dios en milagros inexplicables, irracionales, como convertir el agua en vino, enderezar a una mujer encorvada, resucitar a muertos, multiplicar 5 panes y 2 peses para alimentar a más de 5 mil personas, entre otras cosas.

Tu razonamiento y el mío no limitan el poder de Dios, Él puede actuar como le place. Y siempre da más. Dios siempre hace sobreabundar. No se limita en lo que da. Da para todos, conforme a Su gran poder y misericordia. Te aseguro que puedes confiar en Él, y que todas tus peticiones son oídas delante de Dios.

Si te han dicho que tú o un ser querido tienen una enfermedad de la que no se conoce cura todavía, puedes pedir a Dios por sanidad. Él sana (Ex. 15:26). La Biblia registra que Dios sana la lepra (2 Reyes 5), la ceguera (Mr. 10:46-52), la fiebre (Mt. 8:14-34), la esterilidad (Sara, Ana, Elizabeth, la sunamita), la parálisis (Mr. 2), y hasta levanta de los muertos (Jn. 11:38-44). También dice que en la cruz de Cristo también fueron llevadas todas nuestras dolencias y enfermedades (Is. 53:4).

Si pides alimento Dios lo envía, como cuando proveyó al pueblo de Israel, errante en el desierto, con maná (Ex. 16), con codornices (Num. 11), con agua (Ex. 17). Envió alimento a Elías por medio de los cuervos y de los ángeles (1 Reyes 17:6, 19:5). Proveyó alimento para toda una nación hambrienta, dándoles el botín de sus enemigos que la rodeaban para atacarla (2 Reyes 7:3-20).

Para Dios no hay nada imposible, deja que te sorprenda. Puedes pedir con fe y caminar confiadamente, seguro no en ti ni en tus habilidades, ni en tus contactos, sino en Él. Recuerda que Dios no es un ser natural como tú y como yo, sino que es sobrenatural. Caminando con Él, el factor asombro, o sorpresa, será parte de tu vida. Disfrutarás de los increíbles y maravillosos regalos que Él dispone para que le conozcas. Deja que Dios te sorprenda más allá de lo que puedes imaginar.