Juan 1:50
Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.
Hubo un hombre llamado Natanael que llegó a ser discípulo del Señor Jesucristo, cuyo encuentro con Él fue muy peculiar. Natanael tenía un amigo llamado Felipe, que conoció al Señor primeramente, y estaba convencido de que se trataba del Mesías de las profecías. Cuando Natanael cuestionó a Felipe sobre el origen de aquel hombre al que consideraba Felipe el Mesías, y a pesar de menospreciar el hecho de que Jesús que fuese de Nazaret, Felipe le contestó diciendo: «Ven y ve». Lo desafió a sacar sus propias conclusiones.
Jesús declaró acerca de Natanael que era un hombre íntegro. Éste le preguntó de dónde lo conocía. Estaba asombrado de que Jesús pronunciara esas palabras acerca de él, y se sorprendió más cuando Jesús le dice que lo había visto cuando estaba debajo de una higuera, sentado, antes de que llegara Felipe a llamarlo. Esto convenció rotundamente a Natanael, de modo que aceptó de inmediato las afirmaciones cuestionadas minutos atrás a Felipe, aceptó que estaba delante del Hijo de Dios, del Mesías. A partir de entonces empezó una relación especial, nueva, de maestro y discípulo, de amigos.
El Señor Jesús, que sabe todas las cosas, conocía a Natanael, y sabía que sería Su discípulo, pero a éste no le hizo un milagro como a Pedro, Andrés y Juan, a quienes les llenó una red de peces. Tan sólo le mostró Su conocimiento de todas las cosas por medio de una declaración, esto bastó para Natanael. Hoy en día muchos están esperando un gran milagro, un gran prodigio, una gran señal, para convencerse de la palabra que se les ha predicado, pero esa palabra es la mayor evidencia de la verdad, porque predicamos a Cristo, y no a nosotros mismos.
Para Natanael, que Jesús, sin haber llegado todavía, lo hubiera visto sentado debajo de la higuera, fue una evidencia de poder sobrenatural. Y Jesús le dice: «¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás». Jesús presenta en este pasaje la causa por la que Natanael creyó al anuncio de Felipe. Nótese, Natanael recibe primero el anuncio, pero no cree sino hasta que Jesús le declara dónde estaba antes que llegara Felipe. Esto es lo que impulsa a Natanael a creer. Fue tal el impacto de este evento, que Natanael se convirtió inmediatamente en discípulo de Jesús.
Esta experiencia lo llevó a pasar tiempo con el Maestro, a escuchar sus enseñanzas, él estuvo en el monte oyendo las bienaventuranzas, fue parte del equipo que acomodó a miles de hombres, mujeres y niños, en grupos de cincuenta y de cien, para luego ser testigo de la multiplicación de cinco panes y dos peces que alimentaron a una multitud, y luego fue parte del equipo de trabajo que recogió las doce cestas que sobraron. Natanael estuvo en la barca cuando Jesús calmó la tempestad. Natanael vio cómo los demonios se manifestaban en las personas poseídas, por la sola presencia del Señor Jesucristo. Pero ninguna de estas cosas lo convencieron, sino su primer encuentro con Jesús.
¡Qué lindo es el corazón de Natanael! Se asombró de algo que es increíble, pero no tan espectacular como la sanidad de un cojo o convertir seis tinajas de agua en el mejor vino. ¡Cuánto se han endurecido los corazones ahora, que aún viendo maravillas se resisten a creer en Jesús!
Aquel primer encuentro con Jesús marcó la vida de Natanael para siempre. A partir de entonces permaneció con el, hasta el día en que huyó despavorido en el huerto del Getsemaní, temiendo por su vida. Pero luego, habiéndose manifestado el Señor Jesús en la casa donde estaban escondidos por miedo a los judíos, fue fortalecida su fe, para posteriormente recibir el Espíritu Santo en el aposento alto. Por si hay alguna confusión respecto de la lista de discípulos y apóstoles del Señor Jesús, estamos hablando de Bartolomé.
Lo que transformó la vida de Natanael fue una declaración, una expresión del poder de Dios sobre un aspecto íntimo y personal. La tradición atribuye a este apóstol un martirio singular. Fue desollado vivo. Es decir, le quitaron la piel, causándole la muerte por dolor y desangramiento. Un rey le dio una orden similar a la de Nabucodonosor en tiempos de aquellos tres muchachos llamados Sadrac, Mesac y Abednego; o adoras a esta imagen, o mueres. Los jóvenes fueron librados de la muerte en un horno de fuego, para mostrar el poder de Dios, pero Natanael murió desollado, según lo recoge la historia fuera de la Biblia, según la tradición. En las salas de tortura cualquiera se confiesa culpable siendo inocente, pero estos hombres prefirieron la muerte antes que negar su fe. Así de grande fue la convicción que aquella experiencia sencilla provocó en Natanael.
Muchos cantantes cristianos de la época y predicadores narran sus experiencias, que van desde las muy comunes hasta las más extraordinarias: Conocí al Señor en una campaña; conocí al Señor en una jornada evangelística; nací en el evangelio porque todos en mi familia eran evangélicos, pero luego conocí en verdad al Señor cuando me salvó de morir en un accidente; el Señor sanó de cáncer a mi mamá, Dios me rescató de la prostitución, del homosexualismo, del alcoholismo. De muchas maneras nos llamó el Señor, y siempre nos llama, pero un episodio en nuestras vidas hizo que definiéramos cómo o qué tanto nos involucraríamos con Él. ¿Cuál es tu historia?
A Pedro le llena una red de peces, a Pasablo lo hizo caer al suelo, ciego; a Mateo lo saca de la mesa de los tributos, a María Magdalena la rescata de la muerte a pedradas, al ladrón que murió a Su derecha lo perdona y lo salva en el momento de su agonía. Ninguno de ellos volvió a ser el mismo después de ese encuentro con Jesús. Muchos oyen hablar de Jesús, muchos creen que andan con Jesús, pero no lo conocen. Judas estuvo personalmente con Jesús, pero no lo conocía, no entendió Sus enseñanzas. Lamentablemente, se puede estar dentro de una Iglesia, e incluso, ser parte de algún ministerio, sin haber creído de todo corazón en el Señor. Pero sólo los que empiezan una historia con Jesús, disfrutan de una relación sobrenatural.
Haz que tu corazón sea sencillo para entender a Jesús, no compliques el mensaje. Natanael no complicó su historia con Cristo. Se admiró de una manifestación que no fue tan espectacular como la sanidad de un paralítico, o la liberación de un endemoniado, o la restitución de la vista a alguien que nació ciego. El que quiere ver todos los milagros de Dios, incluso los pequeños, los ve y los disfruta, y los agradece, y adora a Dios por ello. Pero el que necesita un gran milagro para creer, es de corazón duro. Dios tenga misericordia de él.
Lo bueno de la historia de Natanael, o Bartolomé, es que no terminó. Hoy en día, a pesar de todo su martirio, Natanael descansa, y es galardonado con todas las promesas celestiales del Padre, que incluye ser consolado. Si crees que tu historia con Jesús ya se termino, o que está a punto de terminarse, recuerda que Él te ama, que no te ha dejado sólo, que aunque todo mundo te deje, Él no te dejará. Sea que el inicio de tu relación con Jesús haya sido tras una visión extraordinaria, un acontecimiento poderoso de sanidad en ti o en tu familia, o sencillamente creciste en el evangelio, y crees que todo lo que haces es porque lo has aprendido, lo más importante es que tienes una historia con Jesús que empezó un día de una forma, pero que se consolida día a día, se fortalece.
No menosprecies una historia con poca extraordinariedad. Dios no se limita a trabajar sólo en lo extraordinario, sino también en lo común o en lo sencillo. Lo importante de esa historia no es cómo comienza, sino cómo termina. Y las cosas no terminan con la muerte, pues Natanael hoy descansa de todo su martirio, además es contado entre los doce apóstoles, cuyo galardón es maravilloso.
¿Cómo es tu historia con Jesús? Si aún no ha empezado, y hoy estás leyendo esto, este puede ser el momento para dar inicio a tu relación con Aquel que por amor a nosotros, se dio a sí mismo. Construye cada día la mejor historia con Jesús, y permanece siempre consciente de Su presencia en tu vida.