Apocalipsis 2:4
Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
¿Cuánto tiempo dura el primer amor? Hay quienes creen que el primer amor es una etapa de la vida del creyente; que es como el noviazgo, cuando las personas están tan enamoradas que pasan todo el tiempo como en las nubes, pero después que se casan, se caen de la nube y ya no se les ve más felices. Esta idea es alimentada con el hecho de que una gran cantidad de creyentes al comenzar su vida cristiana parecen tan enamorados del Señor que están dispuestos a hacer más sacrificios que otros que ya llevan más años en el evangelio. Pero estoy convencida que el primer amor no es una etapa de la vida cristiana, sino un estado permanente de fidelidad y amor a Dios.
Si a los ojos de Dios fuera normal que los cristianos fueran más expresivos de su amor hacia Él solamente al principio de la relación conociéndolo, entonces no recomendaría en Su Palabra que todo aquel que ha dejado las primeras obras vuelva a hacerlas. Y más que una recomendación, es una advertencia, porque si no lo hacen, Él vendrá y quitará el candelero de ellos de su lugar, es decir, les quitará autoridad, galardones, recompensas, les quitará el sacerdocio, les quitará Su luz.
Para los que ya llevamos algún tiempo en el evangelio, probablemente nos parezca imposible volver al primer amor en términos de volver a sentir aquella sorpresa de descubrir la verdad acerca de Dios y Su amor, volver a aquella disposición a hacer de todo, creyendo que de esa forma le demostrábamos a Dios que lo amábamos y le agradecíamos. Seguramente no podrás repetir lo mismo que viviste al comienzo, porque no estás en la misma situación. Lo cierto es que mucho pueblo de Dios se ha olvidado del primer amor.
El primer amor es creer a Dios, creer Su Palabra, creer en Su poder, creer en Su gracia, creer en Sus misericordias. El primer amor es temer a Dios, temer Su castigo, temer desagradarle, temer hacer algo que lo ofenda, temer fallarle, temer que se aleje. El primer amor es servir a Dios por medio de la asistencia fiel a la Iglesia, ayudar a los demás, atender las necesidades de otros. El primer amor es querer conquistar el corazón del Señor, viviendo cada momento del día con la expectativa de cautivarle, de que Él se fije en lo que hacemos y reciba el amor que queremos mostrarle en cada cosa que hacemos. El primer amor es esa permanente búsqueda de los misterios de Dios, el deseo por experimentar cosas extraordinarias como las que aparecen en la Biblia, la insatisfacción por las cosas comunes y el anhelo por las cosas sobrenaturales. El primer amor es una obediencia sin excusas.
Al principio somos inexpertos en muchas cosas, y hacemos de todo para conocer más y mejor acerca de aquel Dios con quien nos estamos empezando a relacionar, pero con el pasar del tiempo nos parece que se aprovechan de nosotros, descubrimos que las personas no son como creíamos, y nos frustramos más cuando fallamos al Señor, cuando pecamos. También puede pasar que asumimos responsabilidades y las actividades se roban el tiempo que debiéramos pasar a solas con Dios, perdiendo poco a poco ese deseo de orar y la necesidad de estar con Dios en lo privado para hablarle como a padre, como a un amigo. Algunas veces la agenda de la Iglesia está tan cargada que no hay tiempo para pasarlo con Dios.
Puede que llegue un momento en la vida de algún cristiano en que sienta que ya no es necesario orar, que no ha hecho malas cosas de las cuales tenga que pedir perdón, o que no tenga ninguna necesidad por la cual pedir ayuda a Dios, pero estos son los síntomas de haber dejado el primer amor. Cuando llega esta situación orar se torna difícil, la mente pasa muy ocupada en todo, y sobre todo preocupada, el tiempo se invierte en toda clase de cosas, no necesariamente malas, pero de igual manera sin llegar a involucrar a Dios, hablar de Dios se torna como hablar de un personaje de historia, y todas las experiencias que podamos contar son siempre del pasado, de cuando estábamos en el primer amor. Si te está pasando así, toma el consejo de Jesús, el que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro.
Muchas personas casadas se separan porque ya no sienten lo mismo que sentían en un principio la una por la otra. Pero esto llega a ocurrir por descuido, no porque no haya amor, sino porque no se alimenta el amor de la forma correcta. En un principio las personas invierten mucho tiempo para conquistar el corazón del ser amado, pero al juntarse o casarse, dejan de hacerlo, dejan de conquistar, dejan de enamorar. Sin embargo, el amor se puede mantener vivo, ya no de la misma manera que empezó, sino de una forma más consistente. La experiencia trae consigo madurez. No se espera que dos casados actúen como jóvenes enamorados, enviándose cartitas de amor, o deshojando margaritas. Pero se puede desarrollar una relación de amor que cada vez es más fuerte a causa de la entrega total, de la confianza, de las responsabilidad, del respeto, y sobre todo, de la comunicación.
Del mismo modo, la relación con Dios puede permanecer en el primer amor, y el tiempo lo que hace es fortalecer ese amor, añadiendo oportunamente las experiencias que consolidan la fe en Dios y la certeza de Su amor, del mismo modo, el cristiano puede demostrar amor a Dios a través de la obediencia y de la formación de un carácter cada vez más consistente y parecido a Cristo. En un principio hacíamos cualquier cosa por demostrar amor a Dios, pero al crecer, desarrollamos excelencia en aquello que hacemos y que es la voluntad de Dios. En un principio amábamos a todos, pero nos lastimaba descubrir imperfecciones en lo demás, pero con el paso del tiempo, aprendemos a amar a todos muy a pesar de sus imperfecciones, reconociendo que nosotros no somos perfectos tampoco. Al principio creíamos todo como niños, pero al crecer, creemos con el entendimiento y con el corazón y permanecemos a la expectativa de lo que hará Dios en nuestras vidas, pero sobre todas las cosas, estamos aguardando la venida del Señor, y por ende, preparados para ello.
El que ha dejado el primer amor en su relación con Dios debe arrepentirse, porque dejar el primer amor es dejar de creer, dejar de servir, dejar de obedecer. Alimenta día a día tu relación con Dios. Si has llegado a un punto en que crees que Dios te ha dejado, examina si acaso no fue que tú le dejaste primero.
Amar no es una emoción, sino una decisión. Muchos empiezan su relación con Dios por emoción, pero al crecer toman la decisión de seguirle o dejarle. ¿Cuál ha sido tu decisión? Espero que disfrutes cada día de ese primer amor con Dios, sigue creyendo, sigue confiando, sigue esperando, sigue sirviendo, sigue amando. Dios es fiel, y tú y yo podemos serle fiel también. Vive siempre en ese primer amor. ¡Tú lo decides!