Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Son muchas las personas que nacen con alguna discapacidad, y a pesar de ello viven vidas exitosas, realizadas, felices. Pero día tras día se incrementa la cantidad de personas que pierden habilidades comunes y básicas a causa de enfermedades o accidentes; y empiezan un proceso de rehabilitación para aprender a vivir normalmente a pesar de la incapacidad que enfrentan ahora. Algunas de estas personas, tanto las que nacen con alguna deficiencia, como las que la adquieren eventualmente, han alcanzado grandes hazañas, éxitos que superan al común de los mortales; desde emprendimientos novedosos y prósperos hasta fama. Aunque creo que el mayor logro de personas como ellas es inspirar el corazón de otras personas.

Sin embargo, aunque hay discapacidades notorias y que fuerzan a las personas que las sufren a modificar sus hábitos y habilidades, hay otras discapacidades peores, porque no se identifican fácilmente, y porque generalmente las personas rehúsan la rehabilitación. Se trata de las discapacidades del alma: hay corazones paralizados, almas tristes y amargadas, mentes ciegas, corazones sordos, personas incapaces de perdonas, de amar, de pedir ayuda, de compartir, corazones con sueños amputados, con deficiencia de afecto, tanto para darlo como para recibirlo. El único lugar donde yo he sabido que atienden esas discapacidades es en la iglesia.

El apóstol Pablo explica su situación de que aveces tiene abundancia y aveces pasa por momentos de escasez, y destaca que él logra mantener su confianza en Dios sea que tenga poco o mucho, porque esa capacidad se la ha dado Cristo, quien lo fortalece. El apóstol Pablo dice que él puede tener abundancia, y que la abundancia no le va a impulsar a olvidarse de Dios, ni a pensar que lo que tiene es porque se lo merece y porque trabajó duro por ello, sino que su fe en Cristo es fortalecida al reconocer que todo lo que pueda llegar a tener se lo ha dado Dios. Pero también dice con ello que cuando llega la escasez no reniega, ni se queja, ni comete ninguna falta justificándose en la necesidad, sino que espera en Dios y es confortado, puesto que Cristo pasó cosas peores por amor a él y a toda la humanidad. Aunque en este contexto el apóstol Pablo aborda la capacidad de permanecer fiel a Dios sin importar la situación económica, este versículo de Filipenses 4:13 puede llevarse a todas las áreas de la vida: «todo lo puedo en Cristo que me fortalece».

La palabra «todo» es muy amplia, no deja nada fuera, por eso es que tomo este versículo para hablar de todas esas capacidades que tenemos en Cristo, quien es nuestra fuerza, y que nos hace prácticamente invencibles. Algunas personas buscan su fuerza o motivación en la familia, otros en el trabajo, otros en los deportes, otros en la ciencia, pero los cristianos buscamos y encontramos nuestra fuerza en Cristo. Esto debe llevarnos a una condición de certidumbre en el camino que emprendemos, puesto que no caminamos en nuestras fuerzas, sino en las de Cristo. Muy a pesar de lo conocido que es este versículo, contradictoriamente, muchas personas cristianas viven insatisfechas con sus vidas, esperando un milagro que les cambie la vida. Pero el apóstol Pablo no habló de ningún milagro al escribir este versículo, sino de una decisión que tomó en su corazón: recibir las fuerzas que Cristo le da sea cual sea su situación.

Por momentos nos toca enfrentar situaciones que no necesariamente deseamos pasar, pero que son parte de la vida. Un día completo es con el día y con la noche, el nacimiento de un bebé implica dolor, caminar implicó caernos muchas veces, obtener un título fue posible después de muchos años de estudio y sacrificios, recibir un salario requiere invertir tiempo trabajando, para hacer tortas hay que romper huevos. Esto es sobre las cosas que se requieren, aunque no necesariamente se sientan muy agradables. Pero ¿qué tal aquellas que surgieron inesperadamente y que cambiaron de forma definitiva la vida, la agenda y la situación económica? Un incendio que destruye la casa, un accidente que mutila a la familia, una enfermedad inesperada que paraliza y degenera los órganos vitales, una estafa, una deuda que se complica por emergencias y lleva a la banca rota y al desalojo, el secuestro o desaparición de un ser querido, un corazón partido en dos por la traición o el abandono. Historias tristes hay por montón, y ocurren muchas otras que no podemos ni imaginar.

¿Cómo se supera la incapacidad del corazón, la incapacidad de amar, de perdonar, de compartir, de vivir? Creo que hay más discapacitados que los que aparecen en las estadísticas, porque no se cuentan a los incapacitados del corazón. Tú que lees ahora este artículo ¿crees que tienes alguna discapacidad del corazón? ¿Tienes miedo a vivir, a cambiar, a enfrentar algo, a emprender en algo? ¿Te sientes incapaz de perdonar a alguien que te hizo mucho daño? ¿Haz cerrado tu corazón a otras personas por causa de las heridas que hay en él? Al menos yo creo que he estado en alguna de esas situaciones alguna vez, y es posible que me encuentre hoy en una de ellas, por lo que me desafío a mí misma a identificar mi discapacidad, y a superarla desde hoy. Para ello busco en la Biblia acerca de todas las capacidades que puedo tener, y encuentro que todo lo puedo en Cristo que me fortalece. No son mis títulos, mis logros, mis habilidades, las que me hacen fuerte, capaz y exitosa, sino Cristo, en Su amor, en Su gracia, en Su misericordia.

Ante la experiencia de ver personas que con menos recursos y capacidades físicas que yo están en mejor estado emocional que yo, tengo dos opciones: o me siento miserable y lamento mi existencia, sintiéndome culpable por no usar bien los recursos que tengo; o encuentro en ellos inspiración y motivación, porque si ellos con menos recursos y habilidades pueden ser así de felices, yo también puedo, y mucho más. Eso fue lo que me pasó esta semana, y decidí tomar la segunda opción. Parte del proceso para encontrar la manera de salir de un estado de parálisis emocional fue recordar todo lo que hasta ahora conocía acerca de las personas discapacitadas, empezando con aquellas que son famosas, hasta llegar a aquellas que están a mi alrededor.

Haciendo una mezcla entre lo que investigué, lo que recordé y lo que vi, llegué a una conclusión: la capacidad más importante, y que a su vez ayuda a superar toda incapacidad, es la capacidad de amar, porque el amor lo puede todo (1ra Corintios 13). Si no tengo amor, de nada me sirve cualquier meta o logro que pueda alcanzar. El amor echa fuera todo temor (1ra Juan 4:18), todo miedo. Las personas que aman son invencibles. Beethoven amaba tanto la música que aún sordo compuso muchas de sus obras; él había perdido la capacidad de oír, pero la música estaba en su corazón. El amor es el motor que mueve el mundo, y que mueve también a las personas. La mayoría de médicos escoge su especialidad en función de un padecimiento propio o de algún familiar. Muchas personas por amor son capaces de donar órganos vitales. Un padre o una madre están dispuestos a dar la vida por un hijo. Si al mundo le llega a faltar el amor, sería el peor lugar para vivir.

El amor hace que sigamos adelante, que venzamos todo obstáculo, que superemos cualquier incapacidad. Fue por amor que Dios nos envió a Su Hijo para que fuésemos salvos por Él (Juan 3:16).

Es posible que tu corazón esté desanimado, triste y abatido, pero dentro de él hay amor, haz que salga de ti esa fuente de amor, haz que fluya, encuentra una oportunidad de amar, de amar a otros y de amarte a ti mismo, a ti misma. La mejor prenda de vestir es una sonrisa, la mejor caricia es una mirada de afecto, el mejor regalo es el amor. No te detengas de amar por creer que nadie te ama, recuerda que Dios te amó primero; pero además alguien puede estar amándote y sólo no lo sabes porque has pasado demasiado tiempo encerrado en tu habitación. Puede que para alguien tú seas el centro de su mundo.

Estas dotado con la capacidad de amar, ya está en ti, no la tienes que pedir, sólo necesitas ayuda para descubrir que puedes amar. Recuerda que fue Dios quien te creó, y lo hizo a Su imagen y a Su semejanza. Recuerda que Dios es amor, y si Él, que es amor, te hizo a ti a Su imagen y semejanza, entonces tú también eres amor. ¡Grandioso! No sólo tienes amor, sino que eres amor.

Las experiencias más duras no pueden destruir el amor, porque el amor es invencible. Al amor nadie lo puede derrotar. Por favor, no desperdicies tiempo odiando, mejor ama, porque el odio mata, pero el amor da vida. El amor supera todas las barreras, todos los obstáculos. Cualquier cosa que creas que sea tu incapacidad puede ser vencida por el amor; no me refiero al amor que esperas recibir de otras personas, sino al amor que está en ti, al amor que Dios te ha dado, al amor que tú puedes dar. El mundo necesita del amor que tú tienes para acabar con todas las discapacidades; las físicas y las de la mente. Recuerda: TODO lo puedes en Cristo que te fortalece, porque en Él recibes amor, en Él tú eres amor, y el amor es CAPAZ de TODO.