Génesis 32:26

Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Un hombre llamado Jacob peleó por largo rato contra un varón a quien pudo identificar como un ángel. Fue tan reñida la pelea que aquel varón le pidió que lo dejara porque ya iba a amanecer. Pero Jacob, reconociendo que aquel varón venia de parte de Dios, le dijo que no le dejaría ir hasta que lo bendijera; y así lo hizo el ángel. Esta es una verdadera hazaña, pero sobre todo, con una gran enseñanza de persistencia, perseverancia y determinación.

Se trató de una batalla por la bendición. Ya muchos de los problemas de Jacob estaban resueltos en ese momento, pero él luchó por más. Ya tenía 12 hijos varones, una hija mujer, mucho ganado, y la reconciliación con su hermano Esaú, con quien se había enemistado y había tenido que salir huyendo, porque su hermano lo quería matar. Pero Jacob no se conformó con ello, y teniendo la oportunidad de ser bendecido por un ángel de Dios, peleó hasta que lo consiguió.

Con el ejemplo de Jacob podemos aprender que cuando se lucha legítimamente con determinación, se puede alcanzar lo que uno anhela. Sin embargo, en estos días se ha perdido esta característica de las personas, tomando la mayoría como opción aquello que implique menos esfuerzo. Se trata del fenómeno del conformismo, añadido al menosprecio de una alternativa que sea mucho más valiosa, por cuanto no se está dispuesto a pagar el precio. Es decir, optan por las salidas fáciles, las relaciones sin compromisos, los negocios que generen dinero inmediatamente, las inversiones a corto plazo, etcétera.

Realizar esfuerzos significativos para alcanzar cosas valiosas no significa siempre complicarse la vida buscando desafíos y viviendo inconformes. Pero pareciera que a esta generación que vive hoy le resulta cómodo esperar a que las cosas ocurran por sí solas y que todas las bendiciones caigan del cielo como lluvia. La facilidad para acceder a muchas cosas como tecnología, entretenimiento y ocupaciones hacen que pocas personas se fijen metas específicas que impliquen superar su condición actual fuera de la norma, lo común, lo establecido.

Muchos hijos al tener pareja permanecen en las casas de sus padres, sin asumir la responsabilidad de un hogar propio, o de pagar un alquiler. Es alto el porcentaje de jóvenes que entablan relaciones de pareja, pero sin el compromiso del matrimonio, incluso, sin el compromiso de un noviazgo formal, en términos de respeto y fidelidad. Los trabajos informales ocupan la mayoría en términos de generación de ingresos en los hogares, aún corriendo riesgos por la falta de un seguro laboral o de salud.

La rutina del ejercicio es abandonada por muchos cuando hay dolor en los músculos. Ser ascendido a jefe no es la aspiración de muchos por cuanto hay que asumir muchas responsabilidades. Aún tener hijos es visto como una gran carga, difícil de llevar.

Pareciera que no hay motivación alguna para luchar por una condición de vida mejor, a pesar de que se cuenten con todas las capacidades para lograrlo.

Abordo este tema con la intensión de motivarte. No te dejes arrastrar por esta corriente de conformismo. Todos pueden tener vidas cómodas, pero tú puedes vivir una vida extraordinaria.

No renuncies a tus sueños sólo porque parecen difíciles. Los más grandes obstáculos se encuentran sólo en la mente, porque Dios ya te capacitó para pelear tu batalla, para dar la talla en cuanto a la lucha que te toque enfrentar. Eres más capaz de lo que crees, y puedes alcanzar todo lo que te propongas.

Así como Jacob luchó con el ángel hasta que éste lo bendijo, lucha tú contra tus obstáculos hasta tener lo que anhelas. Si luchas legítimamente y con perseverancia y determinación, lograrás completar tu preparación académica, ser ascendido de puesto, tener ese merecido aumento que esperas, terminar tu proyecto, y hasta conquistar el corazón de la persona que amas. No tienes que conformarte con poco, con lo común, sólo porque los otros así lo hacen. No seas uno del montón, haz la diferencia. Tú puedes luchar por lo que quieres. ¿Tienes idea cuántas personas viven conformistas, pero que no se sienten realmente felices? Pregúntale a las personas a tu alrededor si desearían cambiar algo en sus vidas; te dirán que sí. Pregúntales después por qué no intentar obtener lo que anhelan, y te dirán que implica mucho esfuerzo.

¿Acaso no vale la pena el esfuerzo, si es lo que realmente quieres? Abraham dejó su tierra y a toda su parentela, buscando una promesa que era mucho mayor de lo que se imaginaba. David enfrentó a un gigante, por defender la honra de su pueblo, pero también por la recompensa prometida. Jacob trabajó catorce años para poder casarse con la mujer que amaba.

No te lamentes por las fiestas a las que no vas debido a tus estudios, un día coronarás tu carrera y sabrás que valió la pena privarte de muchas diversiones y entretenimientos con tal de alcanzar tu meta. Estudia a consciencia y evita copiarte en los exámenes, los atajos y caminos fáciles en los estudios son una trampa en la que caerás tú sólo. Persevera por lo que quieres. Recuerda la fábula de los tres cerditos; una cabaña de paja es más fácil de hacer que una casa de barro, pero también es más fácil de destruir para un lobo que sople y sople. Proverbios 20:21 dice «Los bienes que se adquieren de prisa al principio, No serán al final bendecidos».

Construye con solidez tus sueños hasta completarlos; no los dejes a medias. Evita ser de las personas que deja todo empezado sin alcanzar la meta; que compra un libro y apenas lee unas páginas, que empieza una relación y al poco tiempo la termina, que entra a una carrera y la abandona. Los que así hacen en todo suelen desconocer sus propios sueños o no tienen ninguno.

Puede que tengas gente que te apoye, padrinos, colaboradores; pero el mayor respaldo es el que Dios puede darte. Así como en las áreas de la vida ya mencionadas, también las personas buscan el camino fácil en el evangelio; ser miembros de una iglesia pero sin responsabilidades, evitan hacer el mal, pero no son diligentes en hacer el bien. Si algo en verdad vale la pena es tener la bendición de Dios, y esto se consigue solamente si permanecemos en Él, es decir, en Sus caminos, en Su Palabra, en la fe.

Aunque vengan batallas, adversidades y aflicciones, tú puedes ser de los ganadores, de los que se llevan la bendición, si luchas con perseverancia sin dejar a Dios.

Si Dios está de nuestro lado ya habremos ganado todas las batallas, porque lo que es imposible para el hombre para Dios es posible (Lucas 18:27). Cualquier otra cosa en la vida es pasajera: las riquezas pasan, los amigos pasan, la familia pasa, todas las cosas materiales pasan; pero la Palabra de Dios permanece. La mayor recompensa que Dios promete a los que perseveran en Él es la vida eterna, la cual sólo se obtiene peleando legítimamente en el camino del Señor; peleando en contra de nuestros propios deseos que muchas veces no agradan a Dios, peleando por hacer la voluntad de Dios, peleando contra la ideología de este mundo que contradice los principios divinos.

Lucha por lo que quieres, lucha por algo que valga la pena, por algo que sea más grande que tú, que vaya más allá de tu existencia. Lucha por la vida eterna.