1ra Corintios 10:12

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Uno de los más grandes defectos de muchas personas en todos los grupos sociales, es que viven más pendientes de lo que hacen los demás que de lo que ellos mismos hacen o dejan de hacer. Descuidar los asuntos personales por atender asuntos ajenos es el peor desperdicio que podemos hacer, porque nunca debe ser más importante la vida de otros que la propia, en el sentido de dejar de vivirla por ver cómo viven los demás. De muchas maneras la Palabra de Dios nos exhorta a meditar en lo que pensamos y hacemos, y nos invita a renovarnos constantemente, pero esto sólo es posible si identificamos adecuadamente las áreas en las que podemos y debemos mejorar.

El apóstol Pablo en esta ocasión habla a la Iglesia, a los creyentes, y les dice: «Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.» Antes de decir esto, el apóstol relata de cómo la mayoría de las personas que vieron las grandes proezas de Dios en los tiempos antiguos desagradaron a Dios por causa de cuatro actitudes incorrectas: idolatría, fornicación, tentar a Dios y murmurar. Todos ellos eran pueblo de Dios, para ellos era la promesa, pero no cumplieron su parte, y cayeron en manos del destructor a causa de la desobediencia a los mandatos de Dios.

Bien sabemos que idolatría no es sólo venerar una imagen de plata, oro, madera, metal o cualquier otro material, puesto que está expresamente prohibido adorar a otro que no sea Dios, del cual no se puede hacer imagen alguna, porque nadie lo ha visto. Cualquier cosa que el ser humano adore, que no sea a Dios, es idolatría. Alguien podría adorar la música, el placer, el dinero, las posesiones, a la familia, al cónyuge, todo aquello distinto de Dios que ocupe el primer lugar en la mente y el corazón de una persona es una forma de ídolo, por cuanto no es Dios.

La fornicación es la relación sexual fuera del matrimonio. El pueblo de Dios tenía un pacto con Dios, en el cuál debían servir y adorar solamente a Dios. Cuando el pueblo adoptó costumbres paganas y se postraron ante ídolos, y les hacían sacrificios, ellos estaban entrando en relación con ese otro «dios», que no era el dios de su pacto. Era prohibido que se unieran en matrimonio con personas fuera del linaje de Abraham, e incluso fuera de su propia tribu, y aún así muchos emparentaron con otra tribus paganas. Adoptaban con facilidad las creencias de los lugares por donde pasaban o por las personas que llegaban y habitaban con ellos.

Todo aquel que teme a Dios jamás le tentará. Tentar a Dios es desafiarlo producto de la duda o de restarle méritos a Sus obras, e incluso restarle autoridad. La desobediencia es una expresión de tentar a Dios, porque muchas veces significa no creer en la recompensa de la obediencia o en el castigo de la desobediencia. Satanás fabrica tentaciones para las personas, Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13); pero los que tientan a Dios han perdido el temor a Dios, o nunca lo tuvieron. Una cosa es pedir confirmación de una promesa, y otra es tentar a Dios; la primera es producto de un corazón expectante, la segunda es resultado de la total desconfianza a las promesas de Dios.

María y Aarón murmuraron en contra su hermano Moisés y fueron reprendidos fuertemente, incluso a María le dio lepra y fue sanada solamente después que Moisés oró por ella. Casi durante todo el recorrido que hizo el pueblo de Israel en el desierto después de salir de Egipto, murmuraron en contra de Moisés y de Dios. Murmurar es pregonar a voz baja, casi en secreto, el descrédito o poca confianza que se puede tener en alguien, es una acusación que no se dice abiertamente, pero que causa división y falta de sujeción. Las murmuraciones resultan de no tener la suficiente valentía para decir las cosas de frente, y la ausencia de un deseo genuino por arreglar los asuntos en paz. Generalmente los murmuradores son hipócritas: cuando están frente a la persona de la que han murmurado, o le tratan bien o no le dicen nada, pero a sus espaldas dicen toda clase de barbaridades.

Estas cuatro formas de fallar se manifestaron en el pueblo escogido por Dios desde que salieron de la esclavitud en Egipto hasta que llegaron a la tierra prometida. La Biblia detalla que de todos los que salieron de Egipto en peregrinación por el desierto, sólo dos entraron a la tierra prometida: Josué y Caleb (Números 14:30). De los varios cientos de miles que salieron de Egipto, sólo dos fueron hallados íntegros. ¿Cómo será la proporción en la Iglesia donde nos congregamos? No cuestiono así para decir que casi nadie es justo, puesto que bien dice la Palabra de Dios que todos somos pecados, pero fuimos justificados en Jesús. La pregunta viene para que cada uno de nosotros consideremos si alguna de estas cuatro faltas o pecados está siendo permitida en nuestro comportamiento.

Puede que ni tú ni yo andemos venerando ídolos, teniendo relaciones sexuales prohibidas, no hablemos mal de nadie con otros, y mucho menos nos atrevamos a tentar a Dios. Quizás no de una forma literal. Pero ¿qué tal la idolatría de cosa materiales, personas o a nosotros mismos? Es fácil saber la respuesta, contestando la siguiente pregunta: ¿Qué o quién ocupa el primer lugar en tu vida? Si es Dios, tranquilos, no fallamos en eso. De lo contrario, hay que reconocer nuestra falta y corregirla.

Es posible que no comentamos ninguna fornicación literalmente, siendo fieles a la pareja, o manteniendo castidad antes del matrimonio, pero si estamos poniendo la mirada en las cosas paganas, en las costumbres de otros que no agradan a Dios, si nuestro corazón está deseando algo que no está permitido, sin duda debemos reconocer esta debilidad y buscar ayuda para superarla. Dios mira lo que el ser humano no puede ver. Nadie verá a un cristiano salir de un motel, pero Dios sabrá siempre lo que hay en la mente de cada persona. Cada uno tiene alguna debilidad, debemos identificarla y ayudarnos unos a otros para superar toda debilidad.

La obediencia y el temor a Dios son la única forma de asegurarnos de no tentar a Dios. Cuando sabemos quién es Dios, y entendemos que no puede ser tentado, le tratamos como Él merece, con obediencia y temor. Ya hemos considerado que el temor es amor reverente, y no miedo, como muchos creen. Asegúrate de tener un concepto adecuado acerca de Dios, y de relacionarte con Él conscientemente. La lectura de la Biblia y la oración te ayudarán a conocer a Dios, háblale, Él te escucha siempre, y puedes escucharlo a través de Su Palabra.

En mi opinión, las murmuraciones pueden ser una de las faltas más comunes en las comunidades de creyentes. Solemos compartir con alguien de confianza lo que no nos agrada de otras personas o aquello en lo que no estamos de acuerdo; el problema es cuando esto causa división, cuando lejos de hablar con la persona adecuada lo hablamos con otros que además tienen el defecto de ser chismosos. El cristiano verdaderamente comprometido en vivir conforme a la voluntad de Dios debe hacer un esfuerzo genuino por evitar a los murmuradores, así como identificar rápidamente si hay murmuración en su corazón. La envidia y el orgullo son los principales provocadores de la murmuración. Si hay en tu corazón algo en contra de alguien, debes identificar la causa de esto, y atender con diligencia esta problemática antes de que se convierta en una murmuración.

Parecen cosas sencillas e inofensivas. De eso se trata, por eso hacen mucho daño. A todos los que dejaron entrar prácticas de idolatría, fornicación, murmuración y a todos los que tentaron a Dios, los tenemos como ejemplo de lo que pasaría si nosotros actuamos así. Todos somos imperfectos, pero conocemos la verdad por medio de las Sagradas Escrituras, y la verdad nos hace libres. Ahora entendemos que no hay excusa para tolerar en nosotros estas faltas.

El apóstol Pablo prácticamente nos dice: si crees que estás caminando bien el camino del evangelio, asegúrate de no caer. Evalúa si eres libre de cualquiera de estas faltas y no toleres lo malo en tu corazón. La tolerancia al pecado endurece el corazón. Mejor sé sensible a la santidad de Dios, y esto te ayudará a identificar rápidamente tus debilidades para que las puedas superar, y las tentaciones para poderlas resistir. ¿Que si es fácil? No creo que se trate de que sea fácil o no, pero sí creo que se trata de hacer lo correcto, lo que importa: la voluntad de Dios.

Después de todo, ejemplo tenemos de cómo le va a los desobedientes, porque así conocemos la suerte que corre quien peca deliberadamente. No endurezcas tu corazón. Procura vivir tu vida a los ojos de Dios, y no poniendo tus ojos en la vida de los demás.