Mateo 9:12

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

Necesidad y deseo son dos cosas muy distintas, aunque bien un deseo puede ser suplir una necesidad. Los deseos tienen que ver con gustos, en tanto que las necesidades tienen que ver prioridades. Generalmente no deseas aire para vivir, pero lo necesitas; por otra parte, el agua es necesaria para la vida, y hoy en día se le puede considerar una necesidad, especialmente por la falta de agua potable.

Puede que no siempre tengas un deseo, pero siempre tienes al menos una necesidad.

Plenitud de vida es que todas tus necesidades estén cubiertas. ¿Dirías que vives hoy una vida plena, sin necesidades? Si tu respuesta es sí, realmente eres afortunado. Pero si la respuesta es no, te confieso que eso nos iguala, y si me lo permites, tengo unas cuantas cosas para compartirte de mi experiencia en cuanto a satisfacer las necesidades de la vida.

Hoy en día las personas quieren vivir lo más rápidamente sus deseos cumplidos. Vivimos el tiempo de la auto-complacencia, de la búsqueda de placeres, de la fascinación por las cosas deslumbrantes, por las cosas rápidas, a tal punto que lo que hoy deseamos ya no es un deseo mañana, sino otra cosa. Rápidamente al cumplirse un deseo, empezamos afanosos a buscar cómo cumplir otro deseo. Y si no se cumple, nos quedamos atrapados en la idea, buscando razones de porqué. Las personas pueden llegar hasta la depresión por un deseo no cumplido.

Por otro lado, la necesidad es una condición de carencia de una cosa importante para la vida. Lo necesario es insustituible, impostergable, fundamental. Cuando las personas descuidan lo necesario por afanarse en los deseos, dejan escurrir de las manos la plenitud de vida que pueden disfrutar. Y ese es el punto de esta reflexión.

Jesús afirmó que los sanos no necesitan a un médico, sino aquellos que están enfermos. Una persona sana no tiene necesidad de médico ni de medicamento, pero una persona enferma sí, y te asombraría saber cuántas personas saben que están enfermas, que el cuerpo les cambia, que cada vez están más débiles, y con todo, no buscan a un especialista de la salud. Levanto entonces el primer punto de la reflexión; debes reconocer tus necesidades y saber diferenciarlas perfectamente aparte de tus deseos. ¿Podrías hacer una lista de las cosas que necesitas y otra lista de las cosas que deseas?

Cuando eres consciente de lo que realmente necesitas, podrás encontrar más rápidamente la forma de suplir tal necesidad. Pero si te pasas ignorando lo necesario para darle lugar enteramente a los deseos, tarde o temprano te enfrentarás a la realidad de que ya no habrá forma de suplir tal necesidad.

Considera estas circunstancias y determina si has caído en algunos de estos errores:

  • Minimizas la importancia de tus consultas médicas, postergas siempre agendar una consulta con el dentista, descuidas la renovación de tus lentes.
  • Dedicas poco tiempo a la familia por causa del trabajo, las amistades u otros intereses sociales.
  • Prefieres estar a la moda, y si no se puede, no asistes a ciertas actividades sociales.
  • Te quejas de la falta de comodidades en casa.
  • Pasas mucho de tu tiempo en las redes sociales, con juegos en tu teléfono, o viendo TV, en vez de conversar con tus amigos o tu familia.
  • Usas salir de compras como terapia antidepresiva.
  • Escoges a tus amistades en función de los beneficios materiales que te puedan ofrecer.
  • Descuidas severamente el descanso.
  • Ignoras el llamado de Dios, atendiendo otros asuntos y descuidando tu relación con Él.

Pueden haber otras cosas que revelen que estemos descuidando las cosas necesarias, y poniendo deseos superficiales en su lugar. Detectar lo que realmente necesitas no es suficiente, debes desarrollar un plan o estrategia para suplir tal necesidad. Muchas de las necesidades están a tu alcance con un poco de esfuerzo, las otras pueden requerir intervención divina.

El segundo aspecto tiene que ver con la actitud ante la vida. Haber visto tantos cuentos de hadas en la infancia nos conduce a creer que los deseos sí o sí, tarde o temprano se van a hacer realidad. Y para colmo, pensamos lo mismo de las necesidades. En un ambiente de familia normal, nuestra familia suplía todas nuestras necesidades cuando éramos pequeños, pero la vida avanza, crecemos con la edad, y llegamos a un punto en que las cosas que necesitamos las tenemos que buscar.

Necesitas salud, debes buscar un médico. Necesitas trabajo, debes preparar tus papeles, pasar entrevistar, hacer prueba. Necesitas una esposa, debes conquistarla primero; o bien un esposo, debes conocerlo primero. Necesitas alimento, puede que tengas que aprender a cocinar. El que tiene sed busca el agua, dicen por ahí.

Un tercer y último aspecto es que una necesidad no cumplida siempre deja vacíos que luego nos causan problemas. Es como tener casa de tambo, y que después de cierto tiempo, el piso se nos derrumbe. Por fuera parece normal, pero por dentro es un desastre.

Ningún deseo suple una necesidad básica de la vida. Una casa grande sin seres queridos para convivir con ellos en ella, es más una gran tarea de limpieza y mantenimiento que un hogar. Ni el reloj más caro del mundo puede detener el tiempo, revertirlo, ni adelantarlo. Un carro del año no hace a las familias felices. Las cosas materiales son buenas, pero si se desatienden las necesidades básicas, reales de la persona, estas cosas son irrelevantes.

Hoy te animo a que medites en las cosas que son realmente necesarias para ti. Te darás cuenta que puedes ser feliz con lo que tienes si tan solo lo valoraras adecuadamente.

Necesitas salud; un cuerpo sin salud es una carga, una agonía permanente. Necesitas familia, ellos son tu refugio, tu consuelo, tu ayuda, siempre. Necesitas amigos, descanso, propósito, identidad y amor. Necesitas a Dios, y esta es la principal necesidad de todos; porque cuando lo tienes a Él, lo tienes todo; tienes más de lo que necesitas.

Quizá no oigas ni leas esto con frecuencia, pero es necesario que dejes de darle prioridad a tus deseos, y empieces a dársela a tus necesidades. Entonces empezarás a vivir diferente. Cuando hagas esto, darás inicio a la plenitud de vida que Dios preparó para ti. ¡Bendiciones!