Eclesiastés 9:11

Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

Uno de mis pasajes favoritos es este versículo del Eclesiastés. El escritor sagrado, luego de haber observado y analizado a su alrededor, y meditado sobre las muchas cosas que pasan en la vida, resume que todos sin excepción pueden lograr algo fuera de lo común o extraordinario, no solamente por su propio esfuerzo, sino porque tienen oportunidades.

Muchas veces nos encontramos con ironías tales que personas con menos capacidades, con menos esfuerzo, o en menos tiempo que otras ocupen lugares o puestos superiores o alcancen grandes logros. Parecen cosas injustas si se juzga en función de las capacidades. Pero hay un misterio en este pasaje que invalida tal juicio.

A los ojos del predicador, no es suficiente tener las capacidades intelectuales o los recursos necesarios para alcanzar alguna posición de autoridad o privilegio. Incluso alude la posibilidad de poder alcanzar ciertos logros sin ser siquiera la persona más idónea. Pero declara en este versículo que hay un tiempo y una ocasión, es decir, oportunidad, momento, circunstancia, los cuales producen ciertos cambios o acciones que nos llevan a tal circunstancia favorable.

Pueden haber atletas más ágiles, que entrenaron más, que se esforzaron más, que se limitaron más que otros, pero son otros los que alcanzan la medalla de oro, no por su capacidad, sino porque aprovecharon muy bien ciertas circunstancias, como el viento a favor, un resbalón de alguno de sus rivales, o cualquier otro mínimo detalle que pueda causar ese triunfo. Saber aprovechar las oportunidades es la clave para alcanzar las metas.

El escritor de este verso hace una afirmación que evidencia justicia divina: tiempo y ocasión acontecen a todos. Bajo esta premisa queda claro que las personas más capaces que no están en el lugar que deberían viven bajo una de estas dos circunstancias: o no les ha llegado todavía la oportunidad adecuada en el momento oportuno, o la dejaron pasar.

Hay muchas personas que viven lamentándose por haber dejado pasar una oportunidad: «si le hubiera dicho que si», «si le hubiera dicho que no», «si me hubiera atrevido a hacer ese examen», «si hubiera hecho esa llamada», etc. Pero estos lamentos no cambian las decisiones tomadas. Consideremos también que hay oportunidades que surgen periódicamente en la vida, y hay otras oportunidades únicas en la vida. Por ejemplo: levantarse temprano para hacer ejercicios es una oportunidad que ocurre cada mañana entre tanto que estamos vivos, pero aceptar una oportunidad de trabajo en una prestigiosa empresa recomendados por una persona a quien justo hace unos momentos le hicimos un favor no es algo de todos los días.

Muchas personas logran realizar grandes hazañas que ni siquiera se habían propuesto. Probablemente no estaban muy motivadas a realizar algo grandioso, pero lograron darse cuenta de la oportunidad que tenían delante de ellos y no la dejaron pasar. Muchas personas ven en cada problema una oportunidad para desarrollar nuevas habilidades.

Curiosamente situaciones dolorosas, accidentes o tragedias pueden ser las mejores oportunidades de la vida. Algunas personas de renombre afirman haber emprendido en un nuevo proyecto de vida que resultara exitoso justo después de haberlo perdido todo. Con estos antecedentes, podemos analizar mejor las circunstancias de nuestra vida y no temerle a lo que generalmente llamamos «fracaso», sino considerar que fue solamente una oportunidad para aprender y que no tenemos nada que perder al intentar ahora algo diferente.

No se cuál sea tu situación actual, pero estoy segura que tu realidad puede cambiar drásticamente para bien si tomas la oportunidad correcta en el tiempo preciso. Nuestra vida terrenal, natural, es pasajera, es demasiado breve, así que no podemos perder el tiempo quedándonos quietos, sin hacer nada, porque el que nada hace nada consigue. Peor aún sería quedarnos en un eterno lamento por las oportunidades que dejamos pasar.

Te animo a darte una nueva oportunidad. Hoy puede ser el día en que te hagan una propuesta de trabajo, el día en que ese joven que te atrae te declare sus sentimientos por ti, el día en que le pidas perdón a esa persona que decepcionaste, hoy puedes empezar la dieta. Lo que puedas hacer hoy, hazlo, y prepárate para las oportunidades que surgirán; algunas las tendrás varias veces, otras serán únicas en tu vida, así que ora a Dios y pídele sabiduría, pídele que abra tus ojos para que puedas ver esas oportunidades especiales y tomarlas en el momento oportuno.