Proverbios 16:3
Encomienda a Jehová tus obras,
Y tus pensamientos serán afirmados.
Al comenzar este año 2017, debemos tomar en cuenta que hay cosas cíclicas y otras son completamente únicas. Durante la etapa escolar, el ciclo empieza con la inscripción al colegio, luego el proceso a lo largo de un año de estudio, y al final, los resultados. En algunos trabajos la dinámica también es cíclica; se establece una meta, se trabaja por alcanzarla en todo el año, y luego, las evaluaciones. Pero las cosas que no son cíclicas llevan un ingrediente único; la exploración de cosas completamente nuevas: casarse, tener un hijo, viajar a otro país, entre otras cosas.
La reflexión y meditación personal es necesaria de tanto en tanto. Es importante que consideremos si el rumbo de nuestras vidas es el correcto, y si realmente estamos donde queremos estar. Procesos de auto-evaluación son fundamentales, y al comenzar este nuevo año, considero que es una de las cosas a las que debemos darle prioridad, especialmente si ya todos los capítulos anteriores de nuestra vida están cerrados. Es mucho más sano comenzar el año planificando lo que haremos que recordando lo que hicimos.
Para exponerlo de una forma gráfica, la existencia es como un océano, y nuestras vidas como un barco; nosotros somos los que manejamos ese barco, y nuestros pensamientos son el timón. Las cosas que pensamos son las distintas opciones que tenemos, todas las direcciones que podemos tomar. Y somos nosotros quienes decidimos el rumbo que nuestro barco seguirá. Una vida sin planificación es como un barco a al deriva, flotando en medio del mar, arrastrado por los vientos y las olas adonde sea que estos lo lleven.
Planificar es seleccionar alguno de nuestros sueños o anhelos, e incluso, alguna necesidad, y organizar toda una estrategia para que se lleve a cabo o solvente de la mejor manera posible. Se trata de hacer planes, tener objetivos, metas, cosas que nos desafíen a hacer algo, una motivación que nos impulse a levantarnos de la cama cada mañana y realizar algunos esfuerzos por medio de los cuales esos deseos o anhelos se conviertan en realidad, o esas necesidades sean suplidas.
Es posible que no estemos muy entrenados en planificaciones sofisticadas, pero si al menos sabemos preparar algún platillo de comida, organizar una fiesta o agendar las actividades diarias, entonces tenemos las nociones básicas de la planificación. Además, en todas las circunstancias de la vida existen imprevistos; lluvia en un día de pesca, gripe el día de la entrevista de trabajo, el perro deshizo los únicos calcetines que tenías listos, el vuelo se atrasó, y un enorme etcétera de posibilidades que alteran los planes.
Hasta este punto, no se trata de limitar la planificación a la perfección, sino a la expectativa. Si hay planes, hay expectativa, es decir, esperamos que algo pase y nos esforzamos para ello. Pero si no hay planes es porque no hay motivación a nada.
Seguramente todos los seres humanos tenemos sueños, anhelos, deseos; y algunas de estas cosas solamente ocurrirán con algo de suerte, pero la mayoría de las cosas que queremos las podemos alcanzar con esfuerzo, valentía y planificación. Sobre la planificación, es necesario que consideremos lo importante de ser determinados. Hay personas que tienen doble ánimo hasta en sus deseos; hoy quieren viajar y mañana quieren quedarse, dicen que están de acuerdo en algo y al rato están en desacuerdo. Una conducta como esa conlleva a una dinámica de vida en la que constantemente se cambian los planes, sin llegar a nada. Es por ello que la determinación comprometida por alcanzar un sueño o una meta debe ser lo suficientemente fuerte para permanecer en el corazón y en el pensamiento, de otro modo, no se alcanzará.
El verso de hoy está en Proverbios 16:3, y dice: «Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados». El escritor sagrado recomienda que presentemos a Dios nuestros planes, las obras que vamos a hacer, las cosas que queremos alcanzar, las acciones que vamos a realizar. Encomendar es poner bajo la responsabilidad de alguien más la realización de algo que uno quiere que pase, incluso se puede usar esta palabra para poner algo importante para uno en cuidado y resguardo de otra persona. Con estas definiciones, al escribir este verso, quien lo escribió sabía lo importante que es para cada persona sus planes, sus obras, sus metas; consideró que es una de las cosas más valiosas del ser humano. Nadie encargaría al cuidado de otros algo que no tuviera ningún valor.
Pero además de eso, el proverbista destaca las cualidades de Dios para ser digno de total confianza ante el resguardo de nuestros planes. No se trata solamente de confesarlos y mencionarlos en cada oración, sino, más enteramente delegarle a Él la realización de tales planes; no en el sentido de esperar que Dios lo haga todo, sino en la total confianza de que Él hará que sean posibles. La aclaración a esto está en la segunda parte del verso. Cuando presento mis planes a Dios y deposito en Él mi completa confianza de que se realizarán, Dios afirma mis pensamientos, es decir, los aclara, los ratifica, los depura. Es como un intercambio: yo presento mis planes a Dios y confío en que Él actuará a mi favor a fin de que estos planes se conviertan en una realidad; y por su parte, Dios me nuestra el camino que debo seguir para lograr mis objetivos, filtrando dentro de mi plan las cosas que no sirven para descartarlas, y añadiendo las estrategias más adecuadas.
Algunos llaman a esto corazonadas o intuiciones, pero en realidad es parte de la demostración del poder que Dios tiene, y de la forma en que Él opera en nuestras vidas. Algunas veces hará conexiones divinas; conoceremos a personas que serán el medio que Él usará para guiarnos en el camino correcto, en la decisión correcta. Otras veces nos mostrará los aciertos y desaciertos a través de las experiencias de otras personas. Incluso se valdrá de verdaderas tragedias para establecernos es nuestras determinaciones. Esto último se debe a que muchas veces somos débiles en cuanto a los propósitos: con facilidad abandonamos la dieta, dejamos muchas cosas a medias, faltamos a muchas promesas que hacemos, etc..
Lo más importante de todo esto es que tengas planes qué presentarle a Dios en tus oraciones. Al comenzar este año planifica las cosas que quieres alcanzar; has un inventario de los recursos con los que cuentas, que te ayuden a alcanzar tu meta; revisa la lista de prioridades para que tus metas no alteren las cosas que son realmente importantes; organiza mejor tu tiempo desechando actividades que no ayudan en el alcance de tus objetivos. De ser posible, busca ayuda de un consejero o consejera, las amistades son uno de los recursos más valiosos con los que podemos contar; pero si lo prefieres, consulta con un profesional relacionado a tu meta, ya sea un economista si tu plan es de inversiones, un psicólogo si más bien es un cambio de hábitos y personalidad, o un líder religioso si se trata de aspectos espirituales.
Cuando oramos a Dios y le presentamos nuestros planes, debemos tener la completa certeza de que: 1.- Él escucha, 2.- Él puede hacer realidad los deseos de nuestros corazones, y 3.- Él nos guiará por el camino que debamos tomar para alcanzar nuestras metas.
Con responsabilidad, debo añadir a esto que Dios no es una especie de genio o mago. En su soberanía, Él mismo a puesto estos anhelos y deseos en nuestros corazones, a excepción de aquellos que resultan de alguna fuerza externa que influya contraria a la voluntad de Dios. De ahí que pueda darse la circunstancia de que estemos pidiendo algo que Dios no realizará. Creemos que Dios es nuestro Padre Celestial, y como buen Padre, Él es responsable. Un padre que tiene arma, por más que su hijo de 3 años se la pida para jugar, no se la dará. Así, pueda ser que algunas de las cosas que pidamos no sean del agrado de Dios, y Su propósito será mostrarnos que no estamos pidiendo correctamente. También de esa manera Dios afirma nuestros pensamientos.
Es importante resaltar acá que la verdadera clave del existo es la firmeza de nuestros pensamientos; mientras más estemos resueltos a alcanzar algo, más certeza hay de que lo alcanzaremos. De otro modo, son solo ilusiones.
Considera cuáles son las cosas que realmente quieres alcanzar en este 2017, preséntalas a Dios en oración y espera a ver cómo Él te muestra el camino que debes seguir por medio de la determinación que halla en ti por lograrlo. Espero que este año que hoy empieza sea un año de metas alcanzadas, y que cada acción que realices te acerque más a cada uno de tus sueños. ¡Feliz año nuevo 2017!